- Tipo: B.A.P, serial, menores 18, idol x fan, hetero
CAPÍTULO 11: LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO
Yoori no era capaz de
expresar ni con gestos las ganas que tenía de cogerla de los pelos y sacarla de
allí a rastro. Pero algo en su interior se dio cuenta de que aquello sería un
acto demasiado primitivo y simplemente se limitó a quedarse allí de pie, mirándola
con una mueca oscilante entre el asco, el desprecio y la lástima, y sintiéndose
terriblemente ignorada. Ella fijaba la mirada en los chicos, sonriendo y
balanceando su cuerpecito hacia los lados con cierta coquetería.
— Te he preguntado que qué estás
haciendo aquí — le espetó sin pensar, acercándose un par de pasos. Yongguk la
agarró con disimulo por la cintura, impidiendo que siguiese aproximándose. La
posibilidad de que Yoori se saliese de control era casi nula, pero permanecía
ahí, latente, incomodándolo.
— ¿Por qué te pones así? — le
respondió, tranquila — Que tú hayas ganado
no quiere decir que yo haya perdido. He quedado la segunda, por lo que puedo
estar presente durante la grabación del vídeo. Aunque no participe en él.
Yongguk se giró hacia su mánager,
que le devolvió la mirada y se encogió de hombros con mueca de resignación.
Yongguk no podía sino evitar pensar que aquel ambiente no era bueno, nada
bueno. Sin contar a Himchan, el cual seguía recluido en su asiento varios
metros alejado del grupo, y a Jongup, que ni siquiera estaba presente –cosa que
Yongguk agradecía-, el líder podía sentir la molestia, el enfado y la
irritación de Yoori al ver a esa chica allí. Y bastó una mirada ladina para
comprender que Daehyun y Youngjae también se encontraban de todo menos cómodos.
Y Zelo, con su inagotable inocencia, seguía allí en medio, intercalando miradas
entre todos.
— ¿Por qué esas caras? — Eunhee rió,
mirándolos a todos — Prometo no molestar, me quedaré sentada, observando…
La coreana se giró hacia Yoori, que
la miraba con el mismo resentimiento que al descubrir su llegada. No se había
movido, permanecía con el ceño extrañamente fruncido, la nariz arrugada, y los
labios en una mueca de desapruebo poco disimulada. Con pasitos de cisne se
acercó a la extranjera, petrificándola aún más, y deteniéndose a escasos
centímetros de ella.
— Sé que no hemos empezado bien,
pero… Seamos amigas, ¿de acuerdo? — la chica se lanzó encima de Yoori antes de
que esta pudiese librarse del bloqueo que le suponía sentir aquella vocecilla
envenenada tan cerca de ella y la apretó contra su pequeño pecho en un tímido
abrazo que dejó boquiabiertos a todos los presentes. Yongguk y Daehyun
intercambiaron una mirada que no se podría describir con palabras.
— Tenemos que seguir grabando — la
voz de Yongguk surgió de la nada, haciendo que Eunhee se separase de la
extranjera con una velocidad felina.
— A mí me han ofrecido ir a ver las
instalaciones, así que… ya os veré más tarde.
Eunhee miró a Yongguk y le dedicó
una tímida y dulce sonrisilla que el líder evitó, mirando disimuladamente hacia
otro lado. Bastó que la chica se girase y alejase un par de metros para que
Yoori hiciese lo mismo hacia el lado contrario, con pasos fuertes, nerviosos y
repletos de furia.
— No me lo puedo creer — maldecía
por lo bajo, ignorando las llamadas de todos.
— ¡Yoori, espera! — Daehyun se
levantó de su asiento tras intercambiar una segunda mirada con Yongguk. Lo que
no esperaba era que un agarrón en su brazo detuviese sus pasos.
— ¿A dónde vas? — cuestionó un
inseguro Youngjae.
— ¿Tu qué crees? A hablar con ella…
Youngjae no le discutió nada.
Simplemente lo soltó y se quedó quieto mientras veía como el vocalista salía
corriendo y se perdía por el pasillo de los camerinos.
— ¿Estás bien, hyung? — Zelo se
acercó a Youngjae, pero no recibió respuesta alguna durante un buen rato.
— Claro — le respondió, escueto y
desganado — ¿Hay alguna razón por la cual no debería estarlo?
Youngjae se quedó en silencio. “Espero que no la haya.”
………
Aquellos mocasines negros y
brillantes parecían rechinar contra el suelo con cada pisada de un modo que
Yoori nunca había sentido antes. No reaccionó ante el hecho de sentir una
presencia acercándose, ni siquiera podía fingir que le importaba averiguar
quién era. Estaba sentada en el sofá de su camerino, con las piernas
flexionadas y los brazos rodeándolas, hecha un pequeño ovillo.
— Yo tampoco me lo esperaba —
Daehyun se sentó a su lado y habló, tras unos cuantos segundos en silencio que
utilizó para pensar bien sus palabras. Yoori no parecía dispuesta a tolerar
cualquier conversación aleatoria, o al menos eso pensó el vocalista sólo con
ver su expresión de desagrado.
Yoori no dijo nada. No apartó la
mirada del suelo, ni levantó la cabeza de los brazos, donde la mantenía apoyada
vagamente.
— No quiero que esté aquí — su voz
sonó tan indefensa que Daehyun llegó a sentirse incómodo. No hacía falta más
palabra o gesto para demostrar que su breve afirmación había salido desde lo
más profundo de su alma. No había opción a la duda. El vocalista la miraba con
cierta lástima paternal. La miraba, y la miraba, y cuanto más la miraba,
ciertos recuerdos asediaban su mente y lo confundían. La curiosidad innata del
ser humano subía por sus pies, enervaba todo su cuerpo con un cosquilleo
agradable y a la vez, insoportable.
Tardó poco en dejarse llevar por
aquella vocecilla que simplemente gritaba en su interior, “hazlo”. Bastó un movimiento para que uno de sus largos brazos
rodease por completo a la chica, y la mano del vocalista se perdió suave y
dulce por entre sus cabellos bien peinados, acariciándola. Yoori no pudo sino
aceptar aquella invitación forzada que pareció hacer su mano cuando la empujó
hacia él a recostarse con suavidad sobre su hombro, más bien sobre su pecho. La
inclinación de su cuerpo la obligó a soltar sus rodillas y agarrarse a su
cuerpo como acto reflejo, erizando su piel al instante. Daehyun sintió su
nerviosismo, pero en vez de sentirse culpable, se sintió extrañamente feliz.
Tanto Daehyun como ella
permanecieron en silencio. Él, masajeando con sus dedos la cabeza de la chica,
entre sus cabellos, con lentitud y delicadeza, mientras le ofrecía su calor.
Ella, intentando obligar a su corazón a que volviese a un ritmo de pulsaciones
normal, pero parecía no estar por la labor de hacerle caso. Tan sólo esperaba
que Daehyun no se diese cuenta.
— No sé en qué diablos estaba
pensando Yongguk para hacer… eso delante
de toda esa gente — habló Yoori, sin levantar la mirada del suelo.
— Está claro — Daehyun rió,
tranquilo — En ti.
Esa no era la respuesta que se
esperaba. ¿Qué diablos esperaba que le contestase a eso? Nada, realmente no
esperaba que le contestase nada. Ni siquiera le dio tiempo a contestar.
— ¿Nunca llegaste a darte cuenta,
Yoori? — Daehyun parecía empeñado en desvelar todas sus dudas, ahora que
estaban a solas.
— ¿A qué te refieres?
Daehyun la miró de reojo.
— Supongo que no — rió. No fue una
risa momentánea, sino que se quedó ahí, plasmada tontamente en su rostro,
contra todo pronóstico. Se había quedado mirando como Yoori había cedido a su
agarre y ahora reposaba sobre su cuerpo sin ningún tipo de presión, totalmente
relajada — ¿Ya estás más tranquila?
“¿Dónde
te han enseñado a ti a tranquilizar gente?”, pensaba Yoori.
— Sí — mintió.
— Prométeme que seguirás manteniendo
tu sonrisa aún a pesar de que… ella esté
aquí.
— Te lo prometo.
— ¿De verdad?
— De verdad.
— ¿Y qué pasará si no cumples tu
palabra? — Daehyun sonrió cuando Yoori giró la cabeza hacia él y la miró con
esa mueca de niña enrabietada que tanta gracia le hacía. No tomó en cuenta el
silencio de la extranjera, no le hacía falta una respuesta, realmente — Me
concederás un deseo — afirmó, tranquilo.
— ¿Qué? — inquirió Yoori, confusa.
— Cuando se falta a una promesa hay
que tomar responsabilidades, ¿sabes?
Yoori lo miró. Daehyun también la
miró. Por cada segundo que pasaba, por cada chispa de nerviosismo que el
vocalista era capaz de encontrar en los ojos verdes de la chica, su sonrisa
aumentaba un poco más. Tras un rato en silencio, Daehyun se levantó y caminó
hacia la puerta, dejando un rastro de su risa suave y encantadora tras él.
— Tenemos que seguir la grabación —
le dijo, apoyándose en el marco de la puerta. Y, esbozando una sonrisa,
desapareció.
Yoori se quedó sola, intentando
asimilar lo que acababa de ocurrir. “Pero…
qué diablos le pasa.” Estaba tan estúpidamente feliz que no pudo evitar la
necesidad de tirarse de espaldas en el sofá y empezar a patalear bruscamente en
el aire, cubriéndose los labios con ambas manos para evitar que sus risitas
emocionadas y nerviosas se oyesen más de la cuenta. Brincaba y se movía de un
lado a otro aún sin creerse lo que había pasado, aún sintiendo la suavidad de
la mano de Daehyun sobre su cabello. Recordaba su olor, como si aún siguiese
ahí. Todo aquel aluvión de recuerdos era perfecto, inmejorable, hasta que, de
repente, la suavidad y el sabor de los labios de Yongguk empezaron a esparcirse
de nuevo por sus propios labios, haciendo que su risa cesase de golpe. Intentó
no pensar en ello, se cubría la cara mentalizándose de que aquello no había
estado bien, pero…. No podía quitarse aquel beso de la cabeza. Antes de darse
cuenta, tanto el recuerdo del abrazo de Daehyun como el del beso de Yongguk
empezaron a entrelazarse en su mente, confundiéndola. Su corazón latía
extremadamente deprisa y no podía determinar cuál de los dos recuerdos era el
que realmente la emocionaba tanto.
— Un vestido tan bonito y unas
bragas tan feas — Yoori no pensó que nadie entraría en el camerino mientras
pataleaba de aquella forma tan… poco femenina. Quiso levantarse con tanta prisa
del sofá que los cojines de este cedieron ante el impulso de levantarse y rodó
de cara hacia el suelo en medio de un grito de sobresalto, cayendo de cara a la
moqueta y en una postura muy poco profesional. Haneul la miraba desde la puerta
sin inmutarse, alzando una ceja — Supongo que en el fondo sigues siendo la
chica del pan.
— ¿C-Conoces el significado de llamar a la puerta, Haneul? — Yoori
intentaba levantarse de un modo en que pudiese conservar las cenizas de su
dignidad carbonizada, pero sentía que era ya imposible.
— Estaba abierto — se excusó, sin inmutarse.
— ¿En qué puedo ayudarte? — Yoori
hizo su mayor esfuerzo por sonar lo más tranquila y profesional posible. Se
puso de pie con dificultad, pues aún le costaba a veces mantener el equilibrio
sobre sus asesinos zapatos, y permaneció frente a ella. El silencio de su
estilista le dio por pensar que se iba a ganar una reprimenda por cualquier
motivo, y por ello su mueca cambió en una décima de segundo a una disculpa sin
palabras, “no sé que he hecho, pero
perdóname”. Pero entonces, Haneul habló.
— ¿Qué debo hacer para que Kim
Himchan me escuche?
La cara de Yoori no tenía precio.
— ¿Qué? — susurró, sin entender.
— Es patético que una extranjera
recién llegada como tú pueda comprenderlo mejor que yo… Pero es una verdad que
debo aceptar.
Yoori permaneció unos segundos en
silencio, mirándola con la misma cara que hacía varios segundos, esperando que
le dijese que era broma y se fuese por donde había entrado, pero no. No se
movió, permaneció quieta, seria, erguida, como un pastor alemán, obediente y
recto, esperando una respuesta. “No jodas
que está hablando en serio”. Yoori no podía conservar la profesionalidad en
un momento como ese.
— ¿Has intentado… empezar por no
llamarle inútil cada vez que le ves?
— Es que es un inútil.
Yoori se cubrió la cara con una de
sus manos, suavemente. “Esto no va a ser
fácil”.
—
Deberías pensar más en los sentimientos de tu hermano. No es una roca, Haneul.
Tiene sentimientos. Y no importa la apariencia de chico duro e independiente
que quiera dar, Himchan no es más que un niño grande.
— Sí, tienes razón. No es más que un niño. Ahí
radica el problema — Haneul se cruzó de brazos, mirándola con severidad — Vive
la vida de un niño y tiene las mismas preocupaciones que un niño. No se toma
nada seriamente, igual que un niño. Y piensa que la vida es una broma, igual
que un niño. ¿Qué pretendes que haga? ¿Azotarlo como a un niño?
— No, no. No, no me refiero a eso —
Yoori negó con la cabeza, gesticulando con las manos — ¿Alguna vez te has
parado a pensar en que… hay gente que es capaz de aprender lecciones por las malas y gente que no?
Haneul no respondió.
— Himchan es de los que no pueden.
— ¿Cómo lo sabes? — preguntó,
frunciendo el ceño con seriedad.
— Ahí radica la diferencia entre tú
y yo, Haneul. Yo… he sido capaz de darme cuenta. Tú no. Eso es lo que te separa
de él.
Yoori sintió una llamada desde el
pasillo. Con la cabeza gacha y pequeños pasitos torpes cruzó a su estilista sin
decir una sola palabra más, camino al pabellón principal. Era hora de encarar
al demonio.
………
Todos estaban ya en pleno movimiento
otra vez. Yoori se deslizaba disimuladamente por entre miembros del equipo y
personal variado intentando llegar a donde el grupo descansaba, esperando una
nueva tanda de grabaciones. Terminó sentándose al lado de Zelo mientras
observaba como Daehyun y Yongguk fingían una brusca pelea entre cámaras y focos
de luz.
— Lo has hecho muy bien, Ririmato —
Zelo asintió, girándose hacia ella con cierta timidez.
— Oh… ¿De verdad lo crees? — Yoori
lo miró, y sonrió al verlo asentir — Gracias, no sé qué decir… No esperaba que
esto fuese tan complicado.
— No pareces muy cómoda — Zelo alzó
las cejas disimuladamente — ¿Es por…?
Y su cabeza señaló con un gesto
disimulado hacia la chica que observaba la grabación desde un asiento a varios
metros de allí, rebosante de emoción.
— Se puede decir que sí — confirmó,
agachando la cabeza.
— No tienes que sentirte incómoda —
se levantó y se acercó a la chica, sonriendo. Yoori lo veía más alto que de
costumbre — Tú estás con nosotros. Ella está ahí… observando. Me encargaré de
castigarla si se le ocurre hacerle daño a nuestra preciosa Ririmato — se
aproximó con sus palabras y empezó a hacerle cosquillas disimuladas a la
extranjera, que no tardó en empezar a retorcerse y reír con él.
— ¡Para, para! — exclamaba, entre
risas.
La grabación fue lenta, pero
productiva. Las escenas salían una tras otra con facilidad y mucho esfuerzo,
pero terminaban quedando bastante bien. Yoori intentaba no mirar en ningún
momento hacia la posición de aquella víbora que le ponía la piel de gallina.
Todos se daban cuenta de que lo evitaba lo mejor que podía, e intentaban
distraerla de la presencia de aquella chica lo mejor que podían.
Mientras, en otro lado del pabellón…
Alguien daba vueltas a las cosas.
El morado en su ojo transmitía algo
más que dolor. Jongup no podía despegar la mirada del espejo pero sabía que no
era sólo para auto convencerse del morado de su ojo y de que él había sido la
víctima en todo ese asunto. No, no podía terminar de creerlo. Se miraba al
espejo… y no se veía a sí mismo. Por cada segundo de soledad, por cada
pensamiento que cruzaba su mente, y cada vuelta que le daba a todo lo que había
ocurrido en los últimos días se dio cuenta de que se había convertido en el
tipo de persona que nunca había sido y nunca había querido ser. Apoyó los codos
sobre la mesa y ocultó la cara entre sus manos.
¿De verdad todo aquello era un
simple acto de venganza? Estaba claro que lo era, pero… ¿todo se había reducido
a eso? “No”, le decía la voz de su conciencia, oculta en alguna parte de la poca
dignidad que le quedaba. “Esto no estaba en tus planes, Jongup. No estaba en
tus planes ser incapaz de olvidar lo que pasó, soñar con ella cada noche,
recordar su perfume, su voz llamándote. Ni siquiera estaba en tus planes estar
pensando en ella en este mismo momento.”
“Cállate”,
susurró Jongup a la nada. Dejó resbalar sus brazos hasta la mesa y se inclinó
sobre ella, ocultando la cabeza totalmente entre ellos.
……….
— ¡Bien, chicos, acabamos por hoy!
El pabellón se sumió en una oleada
de aplausos, vítores y resoplidos de tranquilidad que los chicos agradecían con
exageradas reverencias, también aplaudiendo. Yoori hacía lo mismo, un poco
descolocada ante el alboroto repentino. El director parecía estar dejándose la
voz para que todos lo oyesen por encima del alboroto.
— ¡Dentro de dos días os quiero a
todos aquí a primera hora, vamos muy atrasados! ¡Y sin excusas! — el hombre se
giró hacia Yoori, malhumorado — No me importa como esté el tráfico.
La chica le respondió con la sonrisa
más dulce que pudo articular en aquel momento. La atención hacia aquel hombre
se disipó de inmediato, justo cuando sintió un agarrón alrededor de su cintura.
Cuando una fuerza tiró de ella y se vio dulcemente apresada contra aquel dulce
olor que reconocía tan bien, incluso sin mirarlo.
— Así que estabas aquí — Yoori
sonrió con una incomodidad inocultable al chico que ahora la miraba desde las
alturas.
— Trabajando, al contrario que otros
— intentaba sonar graciosa y convencerse a sí misma de que debía liberarse un
poco de toda la tensión que la paralizaba, y sin embargo sólo estaba resultando
una borde antipática.
— No me dejan trabajar — se lamentó,
cerrando con suavidad su ojo malo.
— Por supuesto que no. Tienes que
dejar que se pase el hematoma — Yoori se puso de puntillas con suavidad y
alargó una de sus manos hacia el rostro de Jongup, acariciándole con una
suavidad maternal el hematoma que aún quedaba alrededor de su ojo con el dedo
pulgar, cariñosa y atenta. Jongup posó una de sus manos sobre la de ella,
sonriendo agradecido.
Cuanto más la miraba más se
convencía de que sus planes se estaban desviando de su objetivo inicial de
forma imparable e inesperada. No podía mirar aquellos ojos verdes y pensar que
iba a hacerle daño, sin sentirse culpable. Una mirada furtiva los sacó a ambos
de su mundo, de su pequeña burbuja en la que ignoraban a todos los que
caminaban a su alrededor. Yoori se giró hacia Yongguk, cuyo ceño no podría
estar más fruncido, y sin decir nada se giró, se echó la toalla con la que se
secaba el sudor de la frente al hombro y empezó a caminar lejos de allí. “Si vas a besarme, al menos despídete
después, estúpido”, pensaba Yoori con cierto resentimiento.
— ¿Lo has entendido ya, Yoori? — la
voz de Jongup la sacó de su orgulloso pensamiento.
— ¿Qué?
—
Yongguk — se limitó a decir, agarrando sus pequeños manos entre las
suyas, grandes y de dedos finos y afilados — No quiere que tú y yo… bueno… — la
miraba con esa mirada de cachorrito que sólo él sabía poner, y Yoori se
derretía ante el brillo de sus ojos.
— Quizá… Sólo tiene miedo de lo que
opinen en el exterior, por vuestro bie-
— ¿Qué importa lo que opinen en el
exterior? — la interrumpió sin dudarlo, con la seguridad plasmada en sus
pupilas — Yoori, no lo entiendes, yo nunca había sentido algo así antes, yo…
Jongup sujetó la cara de la chica
con sus manos con suavidad cristalina, haciendo que lo mirase fijamente, sin
opción a la discusión. Se acercaba a ella a medida que hablaba, impregnándola
con ese aliento a menta fresca que a Yoori tanto le gustaba. Pero, en el último
momento, ella giró el rostro. Aquel simple gesto paralizó al bailarín por
completo, en cuya mueca se plasmó la decepción más sincera que nunca había
sentido.
— Yo… — Yoori miraba al suelo,
avergonzada — Tampoco estoy segura…
Jongup parecía reacio a aceptar
aquellas palabras.
— Es por Daehyun, ¿verdad?
Maldita sea, ¿cuántas veces iba a
tener que escuchar aquellas palabras? Aquel nombre parecía estar en boca de
todos últimamente, como si Daehyun fuese la razón de todos sus problemas e
inseguridades. Daehyun aquí, Daehyun allá. Y lo peor de todo era que quizá era
cierto.
— Ah, estoy harta de ese nombre — murmuró,
sonrojada.
— Pero es cierto — Jongup sonrió
cálidamente, incapaz de enfadarse.
— No… No lo sé, ¿vale? No sé nada.
— Me reconforta que al menos la
razón no haya sido que Yongguk te ha lavado el cerebro.
Jongup se rió, y, si esperaba que
Yoori también lo hiciese, probablemente se llevó otra decepción más. Yoori no
había caído en que él no había presenciado la escena ocurrida momentos atrás y que en ese instante había vuelto a
aparecer en la mente de Yoori como un fogoso recuerdo que empeoró bruscamente
su sonrojo. Empezó a pensar en todo lo ocurrido y no era capaz de entender
nada. “Pero entonces, ese beso…”
— Dime
que al menos me darás una oportunidad — Jongup parecía reacio a rendirse. Yoori
miraba la emoción vibrar en sus ojos y se sentía mala persona, incluso sin
mediar palabra — Dime que… podré esperar a que aclares lo que sientes y al
menos llevarte una vez al cine antes de que te vayas.
“Es
verdad “, pensó, sintiendo un nudo en el estómago. “Me iré.”
— Lo…
Lo pensaré, Jongup.
El bailarín ganó cinco años de vida
viendo la suave sonrisa que le dedicó la chica. En ese momento se echó a reír,
emocionado, y sintió que alguna parte de su plan aún tenía oportunidad de salir
bien. Veía un resquicio de esperanza asomando por entre los escombros de su
venganza destrozada por unos sentimientos que no terminaba de comprender. Y
cuando ese agradable sentimiento de salvación llegó a su éxtasis, el flotador
que parecía mantenerlo a salvo en aquel mar de incertidumbres explotó
bruscamente. Jongup soltó a Yoori de inmediato sin darse cuenta de ello,
haciendo que la chica se girase.
— Jongup… Estabas aquí — Eunhee se
aproximó a ellos, esbozando una mueca de preocupación al ver su ojo — ¡Dios
mío! ¿Qué te ha pasado en el ojo?
Los tres se quedaron en silencio.
Eunhee esperando una respuesta, y Yoori intentando entender por qué no se la
daba. El chico se había quedado mudo al verla, con los ojos abiertos como
platos, incapacitado para hablar.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó, con
los ojos muy abiertos.
Eunhee también tardó en contestar.
— Bueno, yo…
Yoori empezaba a sentirse como una
gran piedra en el camino cuando Jongup decidió darse la vuelta y marcharse sin
decir nada más. Yoori lo observó mientras se iba y luego se giró hacia Eunhee,
sin pensar, sin recordar quién era. Sin rencores, ni odios. Tan sólo sintió la
necesidad de preguntar.
— ¿Qué le ha pasado?
Eunhee parecía tan sorprendida como
la propia Yoori de que le hablase de ese modo tan natural. Miró hacia ambos
lados, se cercioró de que no había nadie cerca para escucharla, y entonces
hablo.
— No creas que voy a permitir que me
dirijas la palabra, sucia extranjera — le espetó, con un tono despectivo y
furioso — ¿A ti que te importa?
La miró de arriba abajo y
desapareció por el lado contrario a Jongup, dejándola allí en medio, sola,
mirando hacia ambos lados. “¿Qué diablos
acaba de pasar?”
……….
Todo empezaba a quedarse en
silencio. Yoori recogía sus cosas entre el silencio y la penumbra del pabellón,
habiéndose despedido prácticamente de todo el mundo. Con su bolso al hombro y
una bolsa llena de ropa en una de sus manos, caminó hacia la puerta y al llegar
al exterior permaneció allí, entre la oscuridad de la noche, quieta, mirando al
cielo sin mirar nada. Hacía frío. ¿De verdad se había pasado todo el día metida
en ese sitio? No sabía exactamente la hora que era, pero…
Unas llaves tintinearon a su
espalda, sorprendiéndola y obligándola a girarse. No pudo evitar sonreír, aún a
pesar de verlo allí, a él, a la razón de todos sus males e inseguridades.
Estaba allí, a pocos pasos de ella, con las manos en los bolsillos de su
chaqueta de cuero, una bufanda alta subida hasta el límite en que apenas podía
ver la dulce sonrisa que adornaba su rostro y los ojos clavados en ella, suaves
y dulces.
— No son horas de que una señorita
sola ande a sus anchas por sitios como este.
Yoori sonrió, vergonzosa.
— No digas tonterías — replicó, con
un tono más sumiso de lo que le habría gustado.
Daehyun alzó las llaves en alto, sin
borrar esa sonrisa tan… tan suya.
— ¿Te llevo a casa?
………
El deportivo del vocalista quedó
aparcado a varias calles de la casa de Yoori. Ambos caminaban en un silencio
sepulcral por entre el vacío de la calle, por entre la noche y la oscuridad.
Yoori se sentía… extrañamente protegida, con él a su lado.
— Gracias por acompañarme — se
atrevió a decir, después de casi todo el viaje en silencio — No tenías que hacerlo.
— ¿De verdad crees que podría dormir
tranquilo si te dejo volver de madrugada, sola? No entiendo como nadie pensó en
ese detalle — le respondió con tranquilidad, aún sonriente.
— Bueno, no creo que nadie quisiera
secuestrarme — Yoori rió.
— ¿Y tú que sabes? — Daehyun se giró
hacia ella sin dejar de caminar, hablando risueño por encima de la suave risa
de la chica — Yo lo haría.
Pero la risa le duró poco. Los
músculos del vientre de Yoori se tensaron involuntariamente y el botecito en
que había ido guardando todas las mariposas que siempre surgían cuando estaba
al lado de aquel chico estalló en mil pedazos, volviendo a esparcir toda una
bomba de mariposas por su vientre. Yoori miró a Daehyun y se alegró de que
estuviese oscuro y no pudiese ver su rubor.
— Creo — añadió, con una seguridad
no muy confiable, satisfecho por haber logrado aquella reacción en ella.
“Joder,
¿por qué haces eso? ¡Odio que hagas eso! Esas miradas, esa risita y aires de
grandeza, de que eres el mejor hombre del mundo. Maldita sea, me basta con
pensarlo por mi cuenta como para que también lo insinúes tú.”
— ¿En qué piensas? — dijo Daehyun de
repente, sonriendo.
— ¿Ah? Oh… Tonterías.
“O
en tontos, más bien.”
— Ya veo.
Ambos detuvieron sus pasos en frente
del portal de Yoori. “¿Y ahora qué?”
Aquel fue un pensamiento que parecieron compartir ambos, sin decir nada. Yoori
no sabía si simplemente despedirse, subir a su apartamento y olvidarlo todo.
Daehyun quería despedirse y al mismo tiempo no quería irse. Quería seguir
atando cabos, seguir convenciéndose de que sus teorías eran ciertas.
— Me voy — susurró Yoori, con una
mueca nerviosa, haciendo gestos torpes, mientras se encaminaba a su portal.
Daehyun se limitó a asentir mientras
la veía darse la vuelta hacia su portal. No dijo nada hasta que oyó como las
llaves tintinearon en la puerta y esta se abrió. Entonces se dio cuenta de que
realmente iba a irse, y no quería que eso ocurriese.
— ¿No me vas a invitar a subir?
Las mariposas del estómago de Yoori
empezaron a bailar salsa sin su consentimiento.
— ¿Qué? — preguntó, en un tono
demasiado agudo.
— Bueno, te he acompañado a casa. Y
hace mucho tiempo que no me invitas a una de esas tazas de leche con miel tuyas
— se explicó, con toda la naturalidad del mundo, encogiéndose de hombros sin
llegar a sacar las manos de los bolsillos.
Yoori quería explotar y no podía. Y
a Daehyun le importaba un demonio la taza de leche con miel.
— Claro — accedió, con una sonrisa
repleta de luz.
Ambos subieron las escaleras en
silencio, pero entonces un miedo opresor bloqueó a Yoori. Daehyun apuró el paso
y se quedó boquiabierto en el rellano, mirando con incredulidad la pintada que
aún seguía en la puerta del piso. Por un momento incluso se había olvidado de
ese detalle. “Sabía que tenía que haberme
hecho cargo de eso hace tiempo”, se lamentaba, en silencio.
— ¿Qué diablos…?
— Oh… Eso — Yoori lo empujó,
intentando que dejase de ver la pintada tan fijamente — Nada, ignóralo. ¿Vale?
Algún día lo limpiaré. Cuando sepa cómo limpiar pintura, y… eso.
Cuanto más rápido quería abrir la
puerta, más torpes parecían sus dedos. Terminó por arrastrar a Daehyun al
interior del piso tirando de uno de sus brazos, y ambos caminaron hacia el
pequeño saloncito donde habían compartido su primer secreto. Yoori sintió
melancolía, de repente.
— ¿Qué tal lo has pasado en la
grabación? — Daehyun se quedó en el salón, mirándolo todo con curiosidad,
mientras Yoori se internaba entre los muebles de la cocina y sacaba tazas,
leche y miel.
— Ha sido algo… totalmente nuevo
para mí, desde luego — rió.
— ¿No has pensado nunca en cómo
habría sido tu viaje si no nos hubieses conocido? — Daehyun empezó a caminar
alrededor de la habitación, curioseándolo todo. Toqueteaba pequeñas esculturas
en los armarios, miraba los cuadros colgados en las paredes. Pero de pronto
sintió un ruido tras sus pies. Se dio la vuelta y se dio cuenta de que algo
había caído al suelo.
— Claro que sí — contestaba ella,
ajena a todo — Estoy segura de que habría sido todo mucho más aburrido… y
solitario — reía, inmersa en su tarea, en la leche y en las cucharadas de miel
exactas, ajena a que realmente Daehyun no le estaba prestando atención — Pero
posiblemente también tendría menos preocupaciones, y…
Entonces alzó la vista, y lo vio,
allí. De pie, apoyado contra el marco de la puerta con ese atractivo especial
que parecía brotar alrededor de él y se impregnaba en cada esquina de la
habitación, y del cuerpo de Yoori. “Madre
mía”, pensó, intentando que su mueca no fuese el reflejo de su pensamiento.
Daehyun alzó una de sus manos,
sonriendo, y Yoori reconoció la pequeña libreta que llevaba consigo.
— ¡Oye, eso es…!
— ¿Esto habría pasado de no habernos
conocido? — rió por lo bajo, zarandeando con suavidad la libretita en el aire.
Entonces la abrió por una página aleatoria, alzó su mano al techo y levantó la
cabeza, para leer la primera frase que encontró, con un tono burlón y divertido
— “El templo de Jongmyo parece un lugar
interesante para visitar.”
—
¡Dame eso! — Yoori salió de la cocina tras su busca, pero Daehyun empezó a
correr alrededor de la mesa del salón sin soltar la libreta
—
“Aunque no sé por qué al verlo creo que va a salir de la nada un...”
¿Fantasma? ¿Aquí pone fantasma? Un día de estos te daré clase de caligrafía.
— ¡Que me des eso!
Daehyun empezó a reír a carcajadas,
cerrando la pequeña libreta y agarrándola con fuerza entre sus manos, lejos del
alcance de Yoori. No parecía dispuesto a dársela. La chica se paró en frente de
él con los brazos en jarra, mirándolo con impaciencia, pero él no parecía
alterado.
— ¿Cuándo pensabas decirnos que
hemos alterado todo tu plan de turismo?
— Pensaba que era obvio — le espetó
por lo bajo, intentando coger la libreta.
Daehyun forcejeó suavemente con ella
hasta que consiguió alejar sus manos de aquella personal guía de viajes.
Entonces la alzó y la pegó contra su pecho, petrificando interiormente a Yoori.
— Deja que me la quede.
“¿Qué?”
— ¿Qué? — preguntó, insegura. Si
aquello la había sorprendido… Lo siguiente fue un bombazo.
— Deja que sea tu guía.
Daehyun sonrió de aquella forma tan
natural e irresistible que a Yoori siempre le daba ganas de ponerle una banda
de cinta adhesiva en los labios para que no volviese a hacerlo nunca.
— Quiero agradecerte todo lo que has
hecho por mí — continuó hablando el vocalista, viendo que ella no tenía
intención de replicar nada — Quiero serte de utilidad. Quiero que nos recuerdes
como algo más que un montón de complicaciones y obligaciones, y peor todavía,
como un desbarajuste de planes. Probablemente no te haces ni una idea de hasta
qué punto has cambiado nuestras vidas… — Daehyun alzó las cejas, y Yoori sintió
como el corazón le daba un vuelco. Las mariposas bailaban la Conga en su
estómago — De verdad quiero agradecerte en nombre de B.A.P. todo lo que has
hecho por nosotros.
¿Cómo tenía que entender Yoori todo
aquello? “¿Entonces esto no es más que
una invitación de cortesía? ¿Quiere que vayamos los siete? ¿O sólo nosotros
dos? Dios mío, ¿es una cita? ¿Cómo va a ser una cita? ¡Youngjae va a hacer una
barbacoa con mi cabeza!”
—
Mañana no tenemos grabación. Quiero llevarte a ver la ciudad.
A pesar de todo, Daehyun parecía
tan… trastocado como ella. El estupor de Yoori era de alguna forma incomparable
a nada, pero Daehyun compartía esa misma incomodidad, ese nerviosismo inocente,
como si realmente temiese al rechazo. Le sonreía con una de sus sonrisas más
repletas de suplica, sin dejar de mirarla, y sin intención de devolverle su
pequeña guía de viaje en ningún momento.
La conciencia de Yoori corría de un
lado a otro paseando en alto una foto de Youngjae. Yoori se sintió basura, pero
algo en su interior se rindió ante aquella sonrisa.
— Me… encantaría.
Todos sus sentimientos fluyeron,
armónicos y melodiosos, en cada una de sus palabras, en cada vocablo. Asentía
tímidamente mientras hablaba, con una sonrisa insegura. “No sé si reír o llorar”. Silencio.
— Paso a recogerte a las once.
Silencio.
— Claro, cuando… te venga bien. Yo
estaré lista. Lo intentaré — su convicción menguaba con cada palabra. Daehyun
no podía evitar reír, sin decir nada. Yoori se sentía en cierto modo incómoda,
notando aquella mirada que la analizaba desde tan cerca, tan fija en sus
movimientos y gestos — Te he preparado leche con miel — susurró, tras un largo
silencio, encogiendo el cuello como si fuese una tortuguita asustada. Su tono
de voz realmente disminuía con cada palabra — Por… los viejos tiempos.
Silencio.
— Claro — Daehyun sonrió en medio de
un disimulado suspiro, viendo como Yoori se giraba y caminaba hacia la cocina,
ocultando una mueca que oscilaba entre la vergüenza y la incredulidad. Él la
observaba, de espaldas, sonriendo.
“No
puede ser cierto”, pensaba, incrédulo. “¿Realmente
Yoori…?”. Entrecerró los ojos, sin terminar de creer en aquella
posibilidad. “¿Qué es esta sensación de…
satisfacción?”
……….
Eunhee había llegado a casa cansada
tras el alboroto de la grabación, y aún así, pletórica de energía. Había podido
estar de nuevo con sus ídolos, viéndolos trabajar… Y, de vuelta a la soledad,
lo único que quería era darse una ducha y meterse entre las mantas de su cama.
Dejó las llaves en el recibidor y tiró el bolso encima del sofá, yendo hacia el
baño. Pero no pudo ni atravesar la puerta hacia otra habitación antes de que el
sonido opacado de su teléfono empezase a sonar dentro de su bolso.
Extrañada, retrocedió sobre sus
pasos para responder la llamada. El nombre que parpadeaba en la pantalla le
hizo abrir los ojos lentamente, sorprendida. “Vaya.”
— No esperaba oírte tan pronto — con
andares inocentes y soberbios, suaves ante todo, empezó a caminar hacia un lado
del sofá, para sentarse suavemente en un reposabrazos del mismo, apoyándose en
él. Sonreía de alguna forma victoriosa escuchando la voz que llegaba a sus
oídos por el auricular mientras escuchaba pacientemente, jugueteando con los
mechones de su cabello con su única mano libre.
— Te advertí. Te dije a qué te
exponías pero no hiciste caso de mis argumentos.
…
— Tal y como estoy diciendo, te
advertí. No confíes en esa extranjera. ¿Me hiciste caso? No — hizo una pausa,
con un leve resentimiento en su voz — ¿Por qué debería ahora ayudarte?
…
Eunhee cerró los ojos en silencio,
escuchando aquella voz.
— Cállate. Ya lo sé. Al contrario
que mucha gente, yo no falto a mis promesas — espetó con sequedad, y se cruzó
de brazos como pudo — Cumpliré mi parte del trato, te lo aseguro — en sus ojos
brillaba el rencor — Esa extranjera estará de vuelta en su país antes de que
termine la grabación. Y no le quedarán ganas de volver a poner un pie en este
sitio.
….......
— Lárgate de aquí.
Yongguk pensó que había sido lo
suficientemente silencioso al entrar en aquella habitación como para pasar
desapercibido, pero parecía que la realidad no era esa. El líder observaba al
menor allí, sentado en la silla de su escritorio, con las piernas encima de la
mesa, moviendo los pies de forma rítmica a la música que sonaba en su
ordenador. Ni siquiera se dignó a girarse para comprobar que Yongguk había
ignorado su orden.
— Nunca he dejado que mocosos como
tú me diesen órdenes — alzó una de sus cejas, frío — Y en esta ocasión no será
diferente.
Jongup dejó escapar una risa suave y
ahogada que incomodó a Yongguk.
— Parece que se me da mejor seducir
mujeres que dar órdenes, al contrario que a ti — hizo una breve pausa — Ah, no.
Que tampoco sabes seducir mujeres.
Yongguk tensó los dedos en un
disimulado gesto de aguante personal. “No
lo hagas. Es sólo un crío.”
— Tú y yo tenemos que hablar.
— Tú y yo no tenemos nada de qué
hablar — le corrigió el menor, escueto.
Yongguk suspiró.
— Deja de actuar de ese modo tan…
distante, Jongup. Tú no eres así. Todos sabemos que tú no eres así — Yongguk
seguía hablándole, pero Jongup ni siquiera había hecho el amago de girarse
hacia él — Estamos sembrando tensión en el grupo por algo que no-
— ¿Que no vale la pena? — en ese
momento sí se giró. Impulsó su sillón de ruedas hacia un lado y el asiento giró
sobre sí mismo con un movimiento grácil y lento, dejándolos a ambos mirándose,
el uno al otro — ¿Ibas a decir “por algo que no vale la pena”?
— Sí, algo que no vale la pena — el
líder intentaba mantener la calma.
— Eso es lo que me molesta de ti,
Yongguk. Nada vale la pena cuando se trata de los demás, pero si se trata de ti
cualquier excusa es suficiente para dejarle a cualquiera un ojo morado —le
respondió, rezumante de rencor.
— ¡No intentes excusarte, Moon
Jongup! — berreó, sin darse cuenta de su tono, demasiado alto — ¿Ni siquiera
ahora te das cuenta de lo que has hecho? ¡Eres un menor, maldita sea! ¡Eso ni
siquiera era legal!
— ¿Vas a entrar ahora en temas de
legalidad, líder? — exclamó el menor,
levantándose de su asiento de un brinco — ¿Ilegalidad? ¿Recurres sólo a la
ilegalidad porque estaba disfrutando algo que consideras tuyo?
Aquello fue como una brusca puñalada
en la espalda para Yongguk.
— ¿Ves a lo que me refiero, Jongup?
¡Este no eres tú! ¡Mírate! ¡Te pones a la defensiva por algo que yo ni siquiera
he hecho!
— ¿De verdad, Yongguk? ¿De verdad te
atreves a afirmar eso?
— ¡Nunca has dejado que me
explicase! ¡Fue esa chica la que vino a mí, no yo a ella! ¡Me suplicó por una
cita alegando que si no lo hacía estaba dispuesta a quitarse la vida! ¡Y yo ni
siquiera sabía que estaba relacionada contigo, maldita sea!
Todo aquel aluvión de gritos y
exclamaciones por parte de Yongguk dejaron sin palabras a Jongup. Lo miraba con
el ceño y la nariz fruncidos sin saber exactamente qué decir. No sabía cómo
defenderse ante aquello.
— No es verdad. Estabas
increíblemente feliz cuando ibas a salir con ella.
— Tuve tiempo de conocerla un poco
más, ¿de acuerdo? Terminé por pensar que quizá… era bueno salir un poco.
Distraerme — Yongguk lo miraba fijamente — Yo nunca quise quitarte a nadie, por
favor. ¿Me ves como ese tipo de persona?
Jongup no sabía qué pensar. Tragó
saliva y bajó la mirada al suelo, sin mirar a ningún lugar en concreto. Caminó
de espaldas a la pared y desplomó la espalda sobre ella, cubriéndose la cara
con las manos. Entonces, un móvil empezó a sonar.
Yongguk metió la mano en el bolsillo
y sacó el móvil disimuladamente. El nombre de la pantalla lo petrificó. La
llamada más inoportuna en el momento más inoportuno…
O quizá no tanto.
— Jongup — el menor alzó la mirada
hacia el líder rápidamente, quien alzó el móvil en alto sin responder a la
llamada — Aclaremos las cosas. Ahora.
……….
El timbre resonó en mitad de la
noche. Unas pisadas descalzas, dulces y repletas de emoción bajaron las
escaleras hacia la puerta de entrada, que se abrió con una lentitud tímida y
alegre.
— Hola — aquella vocecilla sonó como
un susurro tímido y emocionado. La suave luz que provenía de la calle reflejaba
con más intensidad el brillo perverso de sus ojos marrones. Intentaba disimular
el hecho de sentirse extrañada por la seriedad de Yongguk, a quien esperaba con
un poco más de alegría.
— Hola — Yongguk esbozó una forzada
y suave sonrisa al tiempo que se reverenciaba con suavidad hacia delante — ¿Te
he hecho esperar mucho?
— No, no… Acabo de preparar algo
para picar. Pasa — la puerta se abrió, y el escultural cuerpo de la chica quedó
a la vista, gracias a aquel pijama apretado y fino que llevaba. Seda, quizá.
— Puede que tengas que sacar las
reservas de comida — Yongguk alzó las cejas, sembrando la duda en el rostro de
la chica — He traído a alguien más.
La dulce sonrisa de la chica
desapareció en cuanto vio aparecer a un decepcionado Jongup tras el líder, que
se posicionó a su lado con pasos lentos y silenciosos.
— ¿Qué-…?
Jongup parecía… destrozado por
dentro.
— Hola, Eunhee.
La chica retrocedió un par de pasos,
escondiéndose ligeramente tras la puerta. Yongguk seguía mirándola con la misma
frialdad que en momentos antes, seguro de que aquello era lo que debí ocurrir.
Aún a pesar de ver el sufrimiento en los ojos de su compañero, aquello tenía
que pasar. Yongguk no estaba dispuesto a pagar el precio por algo de lo que no
era culpable.
— Bueno… ¿Podemos
pasar? — habló Yongguk, en un susurro lento y seguro — Creo que hay mucho de lo
que tenemos que ha
SIGUELAAAAAAAAAAAA! omgsh morire!! ahora todo es confuso :c sadjknaskdj omg el mejor fanfic que leei!! serious uwu
ResponderEliminarSiguelaaaaaaaaa..... Por favor o probablemente muera !! Esta fanfic es best , absolute perfect!,,
ResponderEliminarSi van a publicar una historia asi de buena , por favor terminenla llevo un montón esperando el final!!!!!!!!!
ResponderEliminarDios me encanta esta historia *-* Por favor continuala que necesito saber que pasa al final >_< A ver si se juntan de una vez Yoori y Guk <3
ResponderEliminarPuedo asegurarte que nunca pero nunca he leidoun fic tan bueno, dios es genial!!! He estado buscando mucho tiempo un buen fic y por fin lo he encontrado!!!! Me esta sorprendiendo muchisimo y yo no soy facil de sorprender!!! O.O Que Dae esta sintiendo algo por ella?? Quien llama a Eunheee (pu**)??Youngjae!!? O.O porque Bang y JongUp!!?? Con Eunhee? Es broma noo!!?? O.O
ResponderEliminarMe encanta!! Por dios! Continualoo o morire de curiosidad!!
Soy tu fan <3
Me encanta porfa sigue cuanto antes .... ando como este capitulo la curiosidad me matara ^_^
ResponderEliminarme encanta me encanta sigue plis debes seguir esta en lo mas interesante desde el primer capitulo me tiene engachada de enganchada escribes genial me encanta en todo lo capi me mordi las uñas
ResponderEliminarholaaaa es la primera vez que estoy comentando, pero realmente amo tu historiaa!! eres tan genial escribiendoo!! estare esperando el siguiente capitulo, porque lo seguiras no?
ResponderEliminarbuenoo a partir de ahora comentare siempree!! <3
bye byee!
Angela