miércoles, 5 de septiembre de 2012

B. vs B.


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan

CAPÍTULO 12

Llegué y entré a clase directamente, no quería ver a nadie, la verdad. El profesor empezó a explicar pero no tenía la cabeza como para células y enfermedades. Intenté tomar apuntes pero iba a explotar. No sé si eran nervios, miedo, impaciencia... Pero quería estar ya en manos de Block B.

La campana sonó y yo todavía estaba inmersa en mis ideas. La verdad no sabía qué iba a conseguir exactamente con esto, pero algo sí que cambiaría. Solo con la mente de Zico a mi lado y el odio contra nuestra víctima creo que vamos sobrados. 
Salí y me encontré con Raquel e Iris las cuales me preguntaron por Taeyang. Les dije que estaba malo y que me tenía que ir rápido para ver como estaba y estar con él, eso me excusaría bastante. Salí pitando de allí a casa, ya quedaba menos, creo que incluso conducí demasiado rápido. Llegué y abrí la puerta rápidamente, mi primera misión: llamar a Totoro. 

Corrí hacia mi habitación, tiré la maleta encima de la cama y busqué la tarjeta que me dió anoche. Tenía que estar encima de la mesa, no se podía haber ido andando. La encontré y cogí el móvil, marcando el número. Varios pitidos sonaron antes de que su voz contestara con un "¿Sí?" desde el otro lado. 

- Hola, soy Ann - le recordé. 
- ¡Hola! - exclamó - ¿A qué hora te viene bien hoy? 
- A la que tú me digas, tengo toda la tarde libre - quería salir pronto de aquí, la verdad. 
- Pues vente antes a mi casa que tengo que explicarte varias cosas - planeó. 
- A las 7 estoy allí. ¿Qué me pongo? - dudé. 
- Yo te presto ropa - rió. 
- Será mejor, no tengo bastante ropa así... -  
- Lo sé, te conozco - me interrumpió y siguió riendo. 
- Bueno, pues hasta esta tarde - dije emocionada. 
- De acuerdo, adiós - colgó. 

Mi primera misión completada, ahora tenía que buscar a Daesung. Salí de mi habitación hacia la suya, no quería pasar por muchas áreas comunes, la verdad. No estaba allí así que me tomé la libertad de esperarle allí sentada.
Varios minutos después apareció. Se asustó un poco ya que no me esperaba allí pero fue directo al grano.
- Vale, ¿esta tarde a qué hora sales? - preguntó. 
- A las 7 he de estar en casa de Totoro - le informé. 
- ¿Cuándo se supone que hay que informar sobre tu "desaparición"? - hizo comillas con los dedos. 
- Pues espérate unos días y si nadie se da cuenta, que lo dudo - aclaré y asintió. 
- ¿Has comido? - cambió de tema. 
- La verdad es que no - reí - No quería encontrarme con nadie más, esta mañana ya me encontré a Taeyang.  
- Anda ven, que te voy a preparar algo, que allí vas a pasar más hambre... - reí. 
- No sabría yo qué decirte - seguí riendo con el doble sentido de la situación.
- ¡Tú me has entendido! - dijo con un toque infantil. 
Fuimos a la cocina y puso en marcha el microondas el cual parecía que ya tenía un plato dentro. 
- ¿Te has acordado de mí? - pensé en voz alta. 
- Más vale prevenir que curar - rió. 

El microondas acabó de calentar y nos avisó con un pequeño timbre. Yo cogí cubiertos y un vaso con agua mientras Daesung sacó un plato con un gran pedazo de tortilla. Empecé a comer, los nervios afectaban a mi apetito. Daesung se sentó en frente de mí y me contempló como si no me fuera a volver a ver, aunque puede que tuviera un poco de razón. Volvería... Creo. 
- Sé lo que estás pensando - dije al acabar de tragar y cogí el vaso de agua. 
- Venga, adivina - me miró apoyando su mejilla en su mano. 
- Voy a volver - bebí del vaso. 
- Sé que vas a volver, la cosa es cómo - miró hacia otro lado. 
- Explícate - llamé su atención. 
- Si vas a volver bien, tú sola o... - suspiró - tengamos, bueno, en realidad, que yo tenga que intervenir seriamente.  
- Intervenir vais a hacerlo de todas maneras, aunque te he entendido - di otro sorbo y dejé el vaso sobre la mesa - Volveré lo antes posible, pero no puedo asegurarte cuando. 
Dije eso y me levanté para dejar el plato y el vaso en el lavavajillas. Él se levantó a su vez y suspiró. 
- Anda, vamos a ver la tele que te quedan... - miró su reloj - dos horas - le hice caso. 

Nos sentamos a hacer un poco de "Zapping" ya que no había nada interesante. Veíamos un cacho de una cosa, otro cacho de otra... Me quité los zapatos y me acurruqué pegándome a Daesung. En ese momento, G-Dragon entró por la puerta, mirándome con cara de asombro y odio a la vez, como si se creyera que estuviera con Daesung. Chasqueé la lengua y apartó la mirada. Se acercó a la mesa a coger yo que sé qué y se fue, menos mal. 
- Bueno, yo creo que voy a ir a prepararme ya - me incorporé - Antes de irme te veo. 

Me levanté e hice lo que dije: prepararme. Me duché y me puse lo primero que pillé guardando en una mochila los "regalitos" de Totoro, mis famosos tacones y mis pintalabios: rojo y negro. Sin contar las llaves y el móvil, claro.

Salí de mi habitación y fui a buscar a Daesung al salón el cual aun estaba sentado en el sofá. Este, me vio aparecer y estiró el brazo, apagando la televisión.

- ¿Estás lista? - dijo levantándose. 
- Nunca había estado tan lista - me acompañó hasta la puerta. 
- Con cualquier cosa, llámame - se preocupó. 
- Va a salir bien, hazme caso - sonreí y le acaricié la mejilla - Gracias. 
- No hay de qué, pequeña - me acarició la cabeza. 
- Adiós - le di un abrazo - Te llamaré de vez en cuando para contarte, si quieres. 
- Por favor - suspiró - Ten cuidado... - siguió preocupándose. 

Nos separamos, le sonreí y me fui. Me subí en el coche y lo puse en marcha. Pisé el acelerador y me adentré en las calles. Ya no volvería a ver esa casa en bastante tiempo, puede que me viniera muy bien despejarme. Busqué la dirección que me dio Totoro en su tarjeta, había salido con tiempo así que no tenía prisa. Encontré la calle y aparqué en el primer sitio que vi libre, buscando su casa a pie.
La encontré sin problemas ya que todo lo que había en esa calle eran casas, así que solo tenía que encontrar el número. Llamé al telefonillo y me abrió directamente la puerta. Era un piso bastante grande, la verdad. Cogí el ascensor y subí al cuarto. Cuando las puertas se abrieron pude ver a Totoro esperándome en la puerta de su apartamento. 

- Hola - me acerqué a ella. 
- Pasa - entró haciendo que la siguiera.
Tenía una toalla enredada en la cabeza, la cual recogía todo su pelo, y otra que enredaba todo su cuerpo. Entramos en su habitación y vi un traje encima de la cama, a su lado un conjunto de lencería de leopardo y encaje negro - cómo no - . El traje era cortado bajo el pecho con la parte superior blanca y la inferior negra, separándolos una especie de tira turquesa, del mismo color que su ropa interior. 

- Bonito conjunto - dije mirando la ropa. 
- Ahora tenemos que buscarte algo a tí - abrió una puerta que daba a otra habitación. 

Ella entró y la seguí, era un vestidor, aunque parecía un armario gigante. Era muy grande para ser un armario pero pequeño para ser una habitación. Todo en tonos marrones, como madera, haciendo conjunto con las perchas y las barras. Allí podría haber trajes de todas las clases y colores sin contar los innumerables cajones que había.

- Dime un color - me ordenó. 
- Negro, parece que no me conoces - obviamente. 
- Pues... - echó un vistazo por encima a todos los trajes - ¡Este! 

Escogió un traje de tirantes que tenía bastante escote y en la parte del estómago tenía transparencias como si fuera un zig zag: una parte sí y una no, formando triángulos que me cruzaban de un lateral al otro. 

- Me gusta, los tacones los he traído yo - dije quitándome la maleta. 
- ¿Algún accesorio en concreto? – buscó más adornos. 
- Pinchos - dije enseñándole mis tacones. 

Abrió un cajón lleno de pulseras y collares. Cogió una gargantilla típica con pinchos.
- Espera... - se volvió y empezó a buscar como una loca por las perchas - ¡Te encontré! 
Sacó una chaqueta de cuero y me lo dio todo, esperando a que me lo probase.
- Ay, se me olvidaba - exclamó antes de que me retirara - ¿Qué talla de sujetador tienes? - dijo tranquilamente. 
- Esto... Una 90 - dudé. 
- Creo que puedo tener algo de tu talla - y volvió a buscar por todos los cajones. 

De un cajón salió un conjunto de lencería rojo con lunares y pequeños encajes negros en los filos.  

- Me encanta - quedé boquiabierta. 

- Anda, pruébatelo que yo voy a vestirme - me casi empujó.

Fui al bajo a cambiarme y metí la ropa que llevaba puesta en la maleta, sacando los pintalabios y los tacones. Me miré en el espejo, me encantaba. No sabía que podría tener tan buen cuerpo cuando quería. Salí y me encontré a Totoro arreglándose el pelo en el espejo de su cuarto. Me miró con ojos como platos.
- Wow... - quedó fría. 
- Sí, esto... ¿Me maquillas? - reí. 
- Pues claro, pásame el pintalabios - vio que lo tenía en la mano. 

Me pintó los labios de rojo y trajo una especie de cajita con muchas sombras de ojos y delineadores. Acabé con sombra blanca y delineador negro solo en el párpado, ya que los colores oscuros en cantidad, en los ojos, no me quedaban bien. 

- ¿Lista? - preguntó. 
- ¡No, espera! - busqué en mi maleta y saqué su "regalito" - ¿Me lo pones? - reí. 
- Claro - un déjà vu me vino a la mente cuando me lo puso.

Salimos y cogimos el ascensor. Cada vez estaba más nerviosa y Totoro lo sabía. Mientras el ascensor bajaba, me cogió de la mano y me miró, intentando tranquilizarme. 

- Sabes que si pasa algo malo, puedes llamarme - dijo sin dejar de mirarme. 
- Muchas gracias - suspiré.

Llegamos a la planta baja y fuimos en busca del coche. Ella se sentó en el asiendo del piloto ya que sabía la dirección, arrancando el coche y saliendo de allí velozmente. Yo intenté quedarme con el camino, por si acaso. Empezamos a surcar calles desconocidas para mí y un poco desiertas. La verdad es que con eso de los vestidos se nos había hecho un poco tarde. Llegamos a un descampado con una especie de nave en medio, parecía una fábrica abandonada. Totoro aparcó el coche en un sitio escondido, bastante lejos.
- Será mejor que no vean el coche, sino sabrán que tienes una escapatoria - dedujo. 
- Bueno, vamos - suspiré y salí del coche sin esperarla.
Tenía que actuar sin pensar y es lo que estaba haciendo. Totoro me siguió hasta la puerta de la nave, en ese momento, me paró dándome a entender que la dejara a ella delante. Tocó la puerta ruidosamente, seguramente estaban allí. 


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