lunes, 3 de septiembre de 2012

B. vs B.


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan

CAPÍTULO 10

- Tienes que aprender a saber cuando reaccionar y cuando contenerte - dijo GDragon como si se estuviera refiriendo a otro tema - Eso te puede causar muchos problemas, ¿lo sabes? - asentí - Vete.
Mis ojos se abrieron demasiado mientras él hacía un gesto de pasotismo con la mano. 
- No, no está bien, lo que has hecho podría haber puesto en peligro todo - gritó Seungri poniendo énfasis en la palabra "todo".
- Que te vayas - insistió G-Dragon.
Le hice caso y me fui a mi habitación. Qué estrés... Bueno, por un rato me había olvidado de el "precioso" laberinto en el que me tiene el dragoncito. Lo mejor sería olvidarlo, que es lo que pienso hacer. 
- Toc toc - me sacó de mis pensamientos una sonrisa asomándose por la puerta - ¿Se puede? - apareció Taeyang.
- Si eres tú, sí - sonreí, esa tontería de gente en medio se iba a acabar, iba a quererle.
- Bueno, ¿cómo estás? ¿Te han hecho algo? Como te hayan hecho daño, te juro que les mato - dijo intentando no salir de sus casillas.
- No, solo una de las amigas de tu jefe - recalcando el "tu" - me ha follado - porque hacer el amor no era, claro está - delante de Zico. 
- ¿Cómo que amiguita? - me miró sorprendido.
- Sí, la tía que se tiró la noche anterior, que resultó ser la novia de Zico - confesé sin tapujos.
- ¿Y esto Ji Yong lo sabe? - preguntó medio alterado.
- No... -
- ¡Hay que decírselo! - me interrumpió.
- Mejor, déjamelo a mí, no quiero que tengas bronca con él - le paré los pies, sería gracioso ver su cara.
- Está bien... 
- De todas formas... - intenté decir pero la visión de él acercándose lentamente me desconcentró.
- ¿Decías? - preguntó muy cerca de mis labios.
- No, nada - y un impulso me llevó a besarle.
Esto era bueno, bastante bueno. Se empieza por un impulso, se sigue por un "te necesito" y se acaba en un "te quiero". Un abrazo me acercó más a él, haciendo que su cuerpo quedara encima del mío. Nuestros labios se fundían juntos en un beso con algo que no era precisamente odio. 
- Yo... - se separó de mí.
- ¿Qué pasa? - no quería que hablara mucho, necesitaba sus labios.
- Tengo miedo a presionarte - confesó.
- Tonto - y con eso no hubo una palabra más.
Le di un beso superficial y le quité la camiseta, dándole a entender que no temiera. Me sonrió y me besó dibujando un trazo con sus labios hasta mi cuello.
- ¿Esto qué es? - se asustó al ver una cicatriz que cruzaba parte de mi cuello.
En ese momento me vino a la mente mi primer encuentro con G-Dragon... Empezábamos bien.
- Nada, me caí de pequeña y me corté con una berja - improvisé demasiado.
Besó la cicatriz de punta a punta y empezó a bajar, encontrándose con los botones de mi camisa
los cuales le entorpecían el camino. Fue con una mano quitando un botón y dejando pequeños besos hasta acabar de desabrochármela. Me incorporé un poco para quitármela del todo y él aprovechó para quitar el broche de mi sujetador. 
Me senté encima suya, abrazándolo por detrás del cuello, con una de mis manos enredadas entre
su pelo, pegándolo más a mí. Mi otra mano acarició su pecho y sus perfectos abdominales. Le di un pequeño empujoncito dándole a entender que se tirara en la cama y empecé a recorrer el contorno de sus marcados músculos con mi lengua, acabando en la hebilla de su cinturón. Sus pantalones se unieron a la reunión de ropa en el suelo, al igual que sus boxers. 
- Ven, tírate - dijo levantándome suavemente la cara con un dedo desde mi barbilla.
Me tiré en la cama, me quitó lo que quedaba de mi ropa interior y se hico un hueco entre mis
piernas. 
- ¿Estás lista? - preguntó todavía inseguro.
Asentí y entró muy lentamente en mí, con delicadeza - no como otros -. Sus movimientos eran
muy intensos pero lentos, volviéndome loca. Me estaba provocando y saciando a la vez mientras yo enterraba mi rostro en su cuello. Desapoyó una mano de la cama, la puso en mi mejilla y me miró a los ojos, hipnotizándome. Me ahogué en ese marrón oscuro del cual me vendría bien no salir nunca.
- Eres preciosa - dijo antes de besarme, era perfecto. 
Sus movimientos se volvieron más rítmicos y profundos y sus beso más apasionados. Mis manos
empezaron a contornear sus músculos empezando por los brazos y acabando en la espalda, sin olvidar el tatuaje que tenía en el costado. 
Cada vez hacía más calor lo cual empeorábamos estando cada vez más pegados. Ahora mismo solo podía concentrarme en una cosa, él. No quería que este momento acabara, si fuera así para siempre... Simplemente sería perfecto. 
Nuestras respiraciones empezaron a desincronizarse, cogiendo un poco de carrerilla. Su nombre se hizo un hueco entre mis labios golpeando para salir. Le decí el paso a lo cuál él respondió moviéndose con más énfasis. Mi corazón y mi cuerpo se resistieron más y creo que el suyo el tampoco. 
Salió de mí acabando sobre mi pecho y salpicando un poco en mis labios. Era dulce, igual que él. Me besó la tripa a la altura del ombligo y me dejó levantarme. 
- Te la cojo presatada - dije enseñándole la camiseta que le había quitado anteriormente.
- Toda tuya - nos reimos y fui dando saltitos al baño.
Me limpié y me puse la camiseta. Puse mis manos en el lavabo apoyando todo mi peso en mis
brazos mirándome fíjamente al espejo. La verdad es que esto podría ser bueno, solo me faltaba el te quiero. Suspiré y abrí la puerta del baño, pero no lo vi en la cama. Salí y un abrazo me cogió por sorpresa.
- ¡Bú! - dijo en mi oído.
- ¡No me asustes! - dije con un tono infantil y me reí.
Estiró un brazo alcanzando el interruptor y apagando la luz.Andó hacia la cama aun abrazándome. Se dejó caer sobre ella dejándome encima suya.
- Esta noche soy tu colchón - dijo estrechando el abrazo.
- Mmmm... Creo que dormiré mejor que nunca - sonreí.
- Buenas noches, que tienes que estar cansada - me dio un beso en la frente y cerramos los ojos. 
Me desperté igual que todas las noches que he dormido con él: entre sus brazos. Ojalá esos brazos pudieran protegerme de todo lo exterior, incluso de mis sentimientos propios,
bastantes indeseados. Aunque eso se iba a acabar pronto.
Le miré y aún dormía. Me quedé un rato mirando la tranquilidad que reflejaba su expresión y
pensé que era hora de despertarle, el desperador estaba por sonar. Le di un beso y sus párpados hicieron el amago de despegarse. Le abracé y sus ojos acabaron por abrirse. El ruido del despertador nos separó de golpe. Me levanté y cogí la ropa para ducharme.
Salí del baño y Taeyang aun estaba en la cama, tumbado boca arriba con la cabeza apoyada sobre las manos.
- ¿Te pasa algo? - no, por favor, más problemas no.
- Estaba pensando... ¿Te puedo preguntar una cosa? - miedo, fue mi primer sentimiento.
- Claro, cariño - intenté sonreir.
- ¿Qué soy para tí? - dudó.
- Mi sol - dije tranquilizándome, esperaba cualquier otra cosa. 
- Me preguntaba... Si... ¿Querrías ser mi novia? - preguntó muy tímidamente.
Sonreí, me senté a su lado y le di un beso. Le miré a los ojos y le respondí con un
"claro" seguido de un abrazo. Mi vida estaba empezando a estabilizarse aunque pareciera imposible en este lugar. 
Desayunamos y me llevó a la universidad. En realidad me sentía egoísta por hacerle moverse
tanto, pero por otra parte me gustaba que estuviera así de atento a mí.
Llegamos juntos y mis amigas estaban esperándome, como siempre. Me volvieron a ver con Taeyang, así que ya no se sorprendieron. 
- Adiós - le sonreí antes de abrir la puerta - ¡Ay, se me olvida algo!
Me giré y le di un beso, me despidió y cerré la puerta. No sé cómo, pero cuando me di cuenta
estaba mirando con cara de embobada como el coche de alejaba.
- Te ha dado - dijo Raquel a lo que las dos rieron.
- Eso espero, es todo lo que necesito y más - sonreí, puede que empezara a ser feliz.
Estuve hablando con ellas hasta la hora de entrar a clases, ya que cada una estábamos en un
área distinta: yo en "ciencias", Raquel en "letras" e Iris en "artes". 
Yo salí una hora antes ya que el profesor había faltado, así que me senté en el banco que había
en frente de la universidad, me encendí los cascos y un cigarro. 
Al cabo de un rato, sentí que alguien se sentó a mi lado, pero no le puse atención. Seguía mirando hacia abajo pero al acabárseme el cigarro, lo tiré. Entonces lo vi, a mi lado,
tan cerca...
- No te preocupes, vengo en son de paz - era Zico, apoyado sobre el banco con sus aires de superioridad y pasotismo - ¿Acaso no ves la camiseta blanca? - rió él solo.
- ¿Qué quieres? - dije poniéndome totalmente recta para poder verle con claridad.
- ¿Sabes? Nunca nadie se me había resistido tanto, en ninguno de los sentidos - sonrió - Puede que por eso me gustes tanto - me miró.
- Pues te vas a tener que aguantar, guapo - le hice ascos.
- Sabes que no me odias, puede que incluso odiemos a la misma persona - hizo el amago de empezar a reirse.
- Sorpréndeme... Le odias solo por habérsete adelantado - chasqueé mi lengua.
- Te estás delatando tú misma - me miró directamente - ¿Me estás diciendo que...?
- No estoy diciendo nada, es solo lo que tú quieras entender - le corté y crucé los brazos - Yo ya no tengo nada que ver con ese - aclaré.
Me empecé a poner nerviosa y me encendí otro cigarro mientras un silencio bañó la situación. Si
no me había hecho nada ya, no me lo iba a hacer.
- De acuerdo, pero sigo pensando que algo se te ha perdido allí - dijo levantándose - no te preocupes preciosa, volveré - me guiñó un ojo y me dio la espalda. 
Se alejó con aires vacilantes, como si supiera que lo estaba mirando. Me relajé dejando caer
mi cabeza hacia atrás y soltando mis brazos. Sería mejor que nadie supiera sobre este encuentro, sino podría haber bastantes repercusiones.
El tiempo pasó, faltaban pocos minutos para que la campana sonase, así que fui a recoger a
Iris. La campana sonó e Iris me vió esperarla en frente de la puerta de su clase.
- Vamos a buscar a Raquel, que os invito a comer - sonreí con la cartera en la mano.
- Tú cómo no... - reímos.
Fuimos a recoger a Raquel a la puerta principal, ya que ya habría salido. Cuando quise darme
cuenta, mi coche ya estaba aparcado en el sitio más cercano, esperándome.
- Un segundo, voy a decirle que...-
- ¡Que se venga! - dijeron las dos al unísono.
- Entonces... Voy a decírselo, id pensando donde quereis ir - sonreí.
Me acerqué al coche y di dos golpecitos en la ventana para que la bajara.
- Hola, ¿qué tal el día? - sonrió Taeyang quitándose las gafas de sol.
- Escúchame... Mis amigas y yo queríamos ir a comer a algún sitio, ¿quieres venir? - pregunté aunque ya supiera la respuesta.
- ¡Claro! Subid al coche, que conozco un sitio bastante bueno - dijo poniendo el coche en marcha.
Acabamos en un restaurante "Wok", el cual nos encantaba desde siempre a las tres.
Nos bajamos del coche y entramos por las grandes puertas de cristal y antes de llegar al mostrador, Taeyang se volvió.
- Dejadme hablar a mí, conozco a gente aquí - dijo y se adelantó.
Llegó al gran mostrador negro y preguntó por un tal "Hyunseung". La chica - asiática también - entró en su busca por una puerta. Tras varios minutos salió un chico bastante delgado y alto, con el pelo bastante largo con un flequillo que casi le tapaba los ojos y de color castaño.
- ¡Qué de tiempo! - dijo entusiasmado y le dio un abrazo a Taeyang.
- ¿Cómo estás, tío? No sé nada de tí - le preguntó Taeyang sin separarse.
- Bien, trabajando, como siempre - rió - ¿Y tú?
- Ya sabes, como y donde siempre - sonrió. ¿Con dónde siempre se refería a...?
- Tío, no sé como puedes seguir allí, menos mal que yo salí a tiempo - intentó comprenderlo, y sí, se refería a allí.
- Bueno... Con diferencia a antes, ahora tengo algo que me hace quedarme - dijo y me miró - Esta es Andrea, mi novia - dijo adelantándome con un brazo tras mi cintura.
- Hola - sonreí.
- Oh... Hola - me devolvió la sonrisa - Ten cuidado con este chico, que es un pillín - rió y le dio un pequeño puñetazo en el brazo.
- No le hagas caso - me dió a entender que estaba bromeando.
- Bueno, ¿habéis venido a comer o a hablar? Sentaros donde querais - nos cedió Hyunseung.
Nos sentamos en una mesa de cuatro: yo y Taeyang en un lado y en el otro Iris y Raquel, las
cuales se mantuvieron detrás nuestra todo el tiempo. Hyunseung llamó a una de los camareros para que nos sirvieran.
- Que os aproveche, tened cuidado no haya envenenado nada - nos guiñó un ojo y volvió a la cocina.
A partir de ahí nos limitamos a comer, bastante. Con charlas intermedias, pero el tema principal
era que ya no podíamos más, aunque acabáramos cogiendo algún que otro plato más. 
- Me disculpais - se levantó Taeyang.
Este le dijo algo a la camarera la cual llamó antes a su amigo y le hizo un gesto de aprovación.
Taeyang entró a la cocina y a mis amigas les faltó tiempo para hablar.
- ¡Ay dios mío, es verdad! ¡Es perfecto! - dijo Iris entusiasmada.
- Me gusta, mucho. Y mucho más que G-Dragon - añadió Raquel.
- Y a mí - sonreí - creo que ahora es cuando estoy empezando a ser feliz - confesé.
- Nos alegramos mucho, no sabes cuanto - habló Raquel.
- Se te nota, antes tenías mucha más mala cara, como si te faltara algo. Y sin contar ese día... - me contó Iris.
- Sí sí, me acuerdo - las paré.
- Bueno, ¿nos vamos? - apareció Taeyang.
- Sí, vamos a pagar - dije, iba a invitar yo como prometí.
- Ya está solucionado, cariño - me aclaró y me cogió de la mano.
Mis amigas se miraron muy satisfechas y nos dirigimos al coche. Taeyang lo puso en marcha y acabamos en casa de Iris y Raquel. 
- Lo siento Andrea pero te tengo que secuestrar - rió - ¿recuerdas...?
- Sí, lo recuerdo - le interrumpí. Las clases. 
- ¿Cómo sabías que vivimos aquí? - preguntó Raquel sorprendida.
- Bueno, hay tardes que no tengo nada que hacer, así que me dedico a dar paseos por la ciudad, entonces me sé el nombre de la mayoría de las calles y como llegar - le contestó, aunque yo sabía la verdadera razón.
- Entonces nos vamos, adiós. Nos lo hemos pasado muy bien - dijo Iris cálidamente.
- La verdad es que sí y, Taeyang, es todo un gusto conocerte - recalcó Raquel. 
- Igualmente - respondió mi novio.
El coche se puso en marcha y volvimos a casa. Estuvimos hablando sobre lo bien que Taeyang le
caía a mis amigas y que nunca vieron bien a G-Dragon, ya que él fue el que se hizo pasar por mi novio. 
Entramos en casa y fuimos a saludar al salón, donde estaban los demás - como de costumbre -. 
- Justo a tiempo, cámbiate que tienes clases - dijo TOP tan autoritario como siempre.
- De acuerdo - sonreí - ¿Hoy con quién?
- Conmigo - se levantó Ji Yong de su asiento - a ver si así aprendes cuando reaccionar y cuando no.
La sonrisa que tenía se rompió y la cara se me descompuso, no quería ni verlo y encima ahora tenía que aguantar que me mandara. Iba a ser una tarde demasiado larga, diría yo.
Le di un beso a Taeyang y fui a mi habitación a cambiarme. Me puse unos pantalones cortos y una camiseta, muy simple. Respiré hondo y abrí la puerta, para salir al pasillo y vérmelo esperándome en la puerta de aquella habitación. Me miró y abrió la puerta. Empezó a bajar las escaleras en señal de que le siguiera. Cerré la puerta y ya no había vuelta atrás.
- Perfecto, hoy sí puede que aprendas algo - dijo ya abajo - viendo que todo lo que te han enseñado no te ha servido para nada.
Me limité a mirar al suelo, como viera su expresión mi temperamento iría a peor.
- Venga, reacciona, es el momento - dijo abriendo los brazos.
- No - seguí mirando hacia abajo, apretando los puños. 
- ¿No me digas que te voy a tener que enseñar también a esto? -
Lo siguiente que vi después de escuchar esa frase fue el suelo. Mi muñeca chocó contra mi
espalda y mis pies tropezaron con una de sus piernas puesta ahí no precisamente por coincidencia. 
Estaba tirada boca abajo y él estaba centado encima mía, inmovilizándome. Recordé la primera clase que tuve, con T.O.P, así que me di impulso y con la otra mano intenté alcanzarle la cara. Con la fuerza de la inercia acabé encima suya, él cogió una de mis muñecas y tiró hacia abajo, haciendo que quedáramos bastante cerca.
- Y ahora es cuándo no deberías de reaccionar... - se mordió el labio.
Una de sus manos se metió por mi camiseta de tirantes buscando el broche del sujetador. Cuando se quiso dar cuenta ya tenía mi mano marcada en su moflete. 
Hizo una mueca y se puso encima mía, encerrando mis dos muñecas en una de sus manos, dejándolas arriba de mi cabeza. 
- Te estás portando bastante mal... - y su mano se volvió a esconder bajo mi camiseta.
Junté las piernas y le empujé, despegándolo de mí y levantándome bastante rápido. 
- ¿Recuerdas a tu amiguita? Pues era la novia de Zico, así que yo que tú no me quejaba precisamente por mi falta de reflejos - le solté poniéndome en posición, podría acercarse en cualquier momento.
- Ts, más de una novia ha caído en mi cama y más de una vez - intentó hacer como si no le importara, queriendo quitarle atención al asunto.
- No te preocupes que vas a tener más tiempo libre - dije retrocediendo ya que se estaba empezando a acercar.
- La verdad es que prefiero que me mantengan ocupado... - mi espalda chocó contra la pared, mierda - Bueno, mejor dicho, que me mantengas ocupado - recalcó el mantengas y apoyó una mano en la pared, arrinconándome.
Cogí su mano y le hice una llave, retorciendo su muñeca. Este me empujó y caí al suelo. Me levanté dándole una patada en los pies, haciendo que se desequilibrara un poco. 
- No pienso volver a pisar tu habitación en mi vida - el odio empezaba a acoplarse en mis ojos y en mi mente.
- Venga, si seguro que cuando estás con Taeyang te acuerdas de mí - creo que él también estaba empezando a alzar su tono de voz.
Un impulso hizo que mi puño acabara en su cara. El momento en el que tardó en reaccionar se me hizo eterno, pareció que todo se paralizara. Él intentó volver a inmovilizarme pero empecé a darle patadas y puñetazos, intentando apartarlo de mí. Los recuerdos y las razones bañaron mi pensamiento y el ansia corría por mis venas.
Sentía que la sangre me hervía cada vez que recordaba que todo esto era culpa suya. Que todo lo que me impedía ser feliz, incluso aquí, era él. Las lágrimas empezaron a nublar mi vista, haciendo que no supiera a donde dirigía mis golpes. Uno de mis puñetazos acabaron en el aire, dejando que G-Dragon aguantara mi mano.
Empecé a llorar con más fuerza, con impotencia y mirando al suelo.
- No quiero saber nada más de tí - intenté decir.
- ¡Cuándo te vas a enterar de que no puedes salir de aquí! ¡Eres mía y de nadie más! ¿¡Me estás escuchando!? - gritó bastante enfadado.
- ¡Que no significas nada para mí! ¡Y nunca, nunca lo vas a significar! ¿¡Lo entiendes!? - lloré incluso más fuerte.
- ¿Te crees que tú para mí sí? - gritó demasiado alto y me miró a los ojos - Eres solo una mera distracción, ¿cómo podrías significar algo en mi vida? Hay cosas mucho mejores - parece que empezaba a disminuir su tono de voz.
- Un día de estos te juro que no volverás a ver esta puta cara en tu miserable vida - 
Subí corriendo las escaleras cerrando la puerta atrás mía. Cogí una chaqueta y volví a correr, no quería pasar ni un segundo más en esa casa precisamente en este momento. Me senté en el primer callejón recógnito que encontré e intenté tranquilizarme. No podría llevarme mucho tiempo aquí, parecería raro. 
A las diez, justamente a la hora a la que solemos acabar las clases, llegué a la casa.
Gracias a Dios nadie se había enterado de nada. Intenté no hacer ruido al entrar y dejé la chaqueta donde estaba. Crucé ese largo pasillo y entré en el salón.
- Buenas tardes - saludé.
- Buenas noches - sonrió Taeyang.
- Qué puntual - dijo T.O.P mirando el reloj - ¿Y Ji Yong?
- Aquí estoy - salió justamente de detrás mía.
- Bueno, yo no tengo hambre, voy a mi habitación - dije.
Me di la vuelta y me encontré a G-Dragon de cara. Aunque mirara hacia el suelo sabía que me
miraba. Pasé sin esperar a que se apartase, dándole un empujón. Abrí la puerta y justamente antes de cerrarla escuché un "¿Qué le has hecho?" por parte de Daesung, a saber qué contaba. 
Me tiré en la cama, tendría que convivir con esto. Algún día desapareceré...  Pero un peso sobre mi cuerpo me sacó de mis cavilaciones.
- Creo que vamos a tener que comprar una cama más grande - dijo Taeyang desparramado encima mía.
- No te he escuchado entrar - intenté mirarle.
- Me lo imaginé - giró la cara y me sonrió. 
Estiré los brazos y lo abracé como pude, puede que fuera mi escapada a todo esto el simple hecho de estar con él. Cerré los ojos y suspiré.
- ¿Una tarde dura? - preguntó.
- No sabes cuánto... - llevé la razón.
- Lo mejor es decirle que sí a todo como a los locos - me ayudó, aunque creo que sería complicado "decirle a todo que sí como a los locos".
- Bueno, ya ha pasado, ya da igual - le miré - ¿Abrazo? 
- No - me miró y cambié la cara - Primero un beso y luego un abrazo, o dos, o tres... - me dio un pequeño beso y me abrazó, acoplándose más encima mía.
Pasaron unos minutos en un silencio reconfortante, Taeyang era de las personas con las que los silencios no se volvían incómodos.
- ¿Estás segura que no quieres comer nada? - me preguntó.
- Ahora mismo no, pero mañana, si quieres, hacemos una tarta o algo, los dos juntos - sonreí, quería que fuera solo él y yo todo el tiempo que me quedaba aquí.
- Perfecto - dijo entusiasmado.
- Ahora mismo solo quiero dormir, estoy cansada... - dije acurrucándome.
Y nos quedamos los dos ahí tirados hasta que concilié el sueño. Me daba miedo que me preguntara algo, aunque ahora que lo pienso... ¿Qué les habría contado? No sería de importancia ya que no me ha mencionado nada. 
Me desperté con los mofletes mojados. ¿Lágrimas? No creo. Abrí los ojos y vi a Taeyang mirándome, con cara de preocupado.
- ¿Qué...? ¿Qué ha pasado? - dije limpiándome las mejillas con las manos.
- ¿Ayer te pasó algo con Ji Yong? - preguntó preocupado.
- Bueno... Nos peleamos - confesé.
- ¿Estás preocupada por eso? - la verdad es que me daba un poco de miedo lo que pudiera pasar a raiz de eso.
Asentí y escondí la cara enterrándola en su pecho. No quería hablar del tema, para nada. Lo mejor sería olvidarlo...
- Simplemente dejémoslo pasar - intenté esquivarlo - ¿Vamos a desayunar? - sonreí.
Taeyang se resignó y nos levantamos. Acabamos en la cocina, como todas las mañanas, tomando un tazón de leche con cereales.
- Sea lo que sea... - levantó la mirada para encontrarse con la mía - Simplemente olvídalo, no es bueno que le hagas mucho caso - siguió comiendo.
- Te quiero - y aquí está el último impulso. 
Puede que la pelea me sirviera para algo, puede que no todo sea malo y puede que aguante aquí más tiempo del que creía. Me pareció ver que se ruborizó un poco tras contestarme con un "y yo". Creo que con este hombre nunca me haría falta azúcar, es lo más dulce que he visto hasta ahora.
Nos acabamos los cereales y nos vestimos. Como no, me pretendía llevar hasta la universidad.
Subimos al coche, el cual no tardó en ponerse en marcha. 
- No hagas planes para esta tarde, ya que no voy a poder pasar la noche contigo, pienso pasar el día - rió.
- ¿Que no vas a poder pasar la noche conmigo? ¿Qué ha pasado? - fue un acto reflejo.
- La verdad es que no estoy muy seguro... Aunque creo que no te lo puedo contar - me miró como si me estuviera pidiendo perdón.
- Bueno, no te preocupes, lo entiendo - dije recordando cuando evité el tema anterior, confiaba en él.
Soltó la mano del cambio de marchas y la puso sobre la mía, que estaba reposada en mi pierna. Yo le di la vuelta a mi mano, envolviendo sus dedos entre los míos. Giré la cabeza, apartando la vista de el frente para encontrarme con su sonrisa. 
Llegamos a la universidad aunque hoy un poco temprano, así que Iris y Raquel no estaban todavía allí. 
- Creo que voy a aparcar... - dijo mirando su reloj.
- Será mejor - reí.
Acto seguido, siguió recto en esa calle, para dar la vuelta y aparcar justo al lado de la puerta. Apagó el motor y nos quedamos allí dentro.
- ¿Sabes? Hay algo que me gustaría - rompí el silencio.
- ¿El qué? - preguntó.
- Parar el tiempo - dije sin soltar su mano, recostando mi cabeza sobre su hombro.
- No hace falta parar el tiempo, me vale con un "para siempre" - dijo acariciándome el pelo.
En ese momento una lágrima resvaló por mi mejilla. ¿Puede que todo esto, en vez de ser una historia de terror, se convirtiera en un cuento de hadas? Solo falta derrotar a "la bruja malvada".
Esperamos allí hablando hasta que llegaron mis amigas y entré en clase. La mañana se me pasó volando pensando en él y en lo que haríamos esta tarde, era una caja de sorpresas. Cada minuto menos que faltaba para verle, me ponía más nerviosa. Parece que de la noche a la mañana, es como si ya no pudiera vivir sin él.
Ya era hora de salir, estando la primera en la puerta. Llegué fuera y ya estaba Taeyang esperándome. Me despedí de mis amigas y me subí al coche. Nos saludamos y nos dimos un beso. 
- ¿Preparada? - me miró y puso el motor en marcha.
- Para tí, siempre - sonreí y el coche empezó a moverse.
Empezamos a recorrer calles y calles, saliendo de la ciudad y entrando en una especie de bosque que había por allí cerca. Nos adentramos demasiado y aparcamos el coche en un claro que estaba al lado de un pequeño lago. La verdad es que nunca había estado allí nunca. 
- Ahí detrás tienes una maleta con ropa más cómoda, cámbiate y prométeme que no vas a mirar mientras lo preparo todo - me dijo un poco serio.
- Pero si tú me prometes que no me miras a mí - bromeé y reimos. 
- Anda, voy a coger las cosas - me acarició la cabeza y se dirigió al capó trasero del coche.
Le hice caso y me metí en los asientos traseros del coche a cambiarme. Un bikini, unos vaqueros cortos y una camiseta de mangas cortas aparecieron, creo que ya había descubierto un poco de sus planes. Me senté y esperé a que me llamara, cuando tocó a la ventanilla para llamar mi atención.
Salí del coche y vi un típico mantel de picnic puesto en el suelo con una cesta en medio y algunas flores sobresaliendo de una de sus partes. En el mantel había dos recipientes con algo de arroz y en otro recipiente un poco de carne, sin contar los vasos y la bebida. 
- ¿Te gusta? - preguntó.
- ¡Me encanta! - le abrazé.
- Pues vamos a comer - me dio la mano y nos sentamos.
Comimos y hablamos sobre... Todo y nada. Nos acabamos la comida y sacó de la cesta dos trocitos de bizcocho.
- De parte de Daesung - rió.
- ¡Oh! Ya le daré las gracias esta tarde - sonreí.
Terminamos el bizcocho y recogimos todo para poder tirarnos encima del mantel. 
- ¿Un chapuzón? - me preguntó tirando de mi camiseta.
- ¿Ya...? - me quejé un poco, no tenía ganas de moverme.
- ¡Venga! - me quitó la camiseta.
- Bueno, vale - y acabé quitándome la ropa hasta quedar en bikini.
Taeyang me cogió de la mano y acabamos los dos corriendo hacia el lago, entrando de un
salto. 
- ¡Ah! ¡Qué fría! - me volví a quejar.
- No es para tanto - dijo Taeyang salpicándome.
- ¡Aaahh! - el agua fría me impactó - a este paso acabo con un corte de digestión - bromeé.
- ¡Hala! ¡Que se nos muere! - me abrazó Taeyang dramatizando.
- No te rias de mí - me reí de su actuación.
Estuvimos un rato jugando en el agua, salpicando y saltando, hasta que nos cansamos. Salimos del agua y nos acercamos al coche para coger dos toallas. Enrollé mi cuerpo en una de las toallas mientras Taeyang se la puso por encima de los hombros abrazándome y tapándome también con la parte que caía sobre sus brazos.
Nos secamos y nos tiramos sobre lo que anteriormente usamos como mantel. Me acurruqué entre sus brazos, haciéndome un hueco en su cuerpo. Nos llevamos allí bastante tiempo, con la tranquilidad, el tenue sol y el sonido del agua moverse levemente. A veces algún que otro te había echado de menos cargaba el ambiente pero los te quiero siempre acababan susurrados al oído del otro. 
La tarde pasó muy tranquila pero no por eso aburrida. O bien podríamos estar en el lago queacabar jugando al "veo veo" o a las "palabras encadenadas".
Cuando quisimos darnos cuenta ya estaba anocheciendo, así que nos quedamos mirando el cielo hasta que salieran las estrellas.
- Te quiero - me dijo y con un brazo me acercó más a él, dándome un beso. 
- Yo más - le abracé a la altura del cuello, haciendo ese beso más intenso.
El beso acabó siendo más movido de lo previsto, así que lo separé.
- Nos pueden ver... - dije con miedo.
- No hay nadie en 7 kilómetros en la redonda - me tranquilizó y volvió a besarme.
Una de sus manos se metió bajo mi camiseta, soltando los lazos del sujetador de mi bikini, el cual me quitó sin hacer falta quitarme la camiseta, pero igualmente acabó en el césped. Yo le deshice el nudo de su bañador y él se deshizo de lo que quedaba de mi bikini. 
Quedamos totalmente visibles a la luz de las estrellas, cuando Taeyang me dirigió a sentarme encima suya. Me senté lentamente, lo que hizo que jadeara. Antes de empezar a moverme, busqué sus manos y entrelacé mis dedos con los suyos.
Comencé a dar pequeños brincos que se iban intensificando poco a poco. Taeyang, queriendo más, empezó a moverse a mi ritmo, sincronizándonos. No quería hacer ruido, pero algún gemido con un te quiero se me escapó. Creo que mi noción del tiempo se perdió y cuando quise darme cuenta ya estaba excesivamente oscuro, o sería simplemente mi vista. 
Puse una mano en la nuca de Taeyang, dándole a entender que se incorporara. Me agarró de las caderas, guiándome ya bastante rápidamente. El nudo de mi estómago se deshizo y algo me hizo pensar que el de Taeyang también. 
Me levanté y me tiré a su lado.  Le abracé y retomé mi respiración.
- ¿El último baño? - le miré sonriente.
- ¡Vamos! - 
Nos levantamos corriendo y nos metimos en el agua. Ahora se estaba incluso mejor que antes, que ya es decir. Fue un baño muy breve ya que estaba demasiado oscuro. 
Nos secamos y nos pusimos la ropa para montarnos en el coche. Con los faros volvimos a recorrer el camino por donde entramos, encontrando la salida del bosque fácilmente.
Estaba bastante cansada, así que me llevé todo el camino medio desparramada en el asiento del copiloto. En una de estas, Taeyang me miró y se rió como si fuera muy predecible. 
Cerré los ojos y cuando los abrí ya estábamos en casa. 
- Bueno, yo tengo que dejarte aquí, prometo no tardar mucho - me dio un beso.
- Buenas noches, ten cuidado - abrí la puerta - Te quiero - y la cerré.
Me quedé parada viendo como se alejaba el coche, suspiré y entré. Fui a mi habitación a dejar las cosas y me metí en la ducha. No cogí ropa ya que iba a estar sola en casa, me daba igual cambiarme en mi habitación.
Entré en la ducha y me extendí demasiado, el agua caliente tras el día tan ajetreado que había llevado me sentaba bastante bien. Salí con el cuerpo enredado en una toalla y crucé la puerta de la habitación para darme cuenta de que no estaba totalmente sola en toda la casa...

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