miércoles, 26 de septiembre de 2012

B. vs B.


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan

CAPÍTULO 14

Zico metió una pizza en el horno y se sentó a mi lado.

- ¿Qué te ha parecido la habitación? - preguntó apoyando su mejilla sobre la palma de su mano.
- Me ha encantado, de verdad - sonreí.
- ¿Cómo era tu habitación allí? - no cambió de expresión.
- No era ni la mitad de esta - las comparé.
- Pues dale las gracias a B-Bomb y a Jaehyo - sonrió.

Esperamos hasta que la comida estuviera lista. Cuando sonó la alarma del horno el rubio cogió un plato y sacó la Pizza con un guante, inclinando la bandeja haciendo que cayera en el plato. Cogió un cuchillo y la cortó a cuatro trozos.

- ¿Quema much... ? - fui a coger un trozo.
- ¡Sí! - me interrumpió.
- Oh, lo siento - le miré y bajé la mirada.

Sonrió y se sentó en el mismo sitio que antes. Chasqueó los dedos y trajo dos latas de refresco del frigorífico. 

- Bueno, a ver qué tal... - cogió un trozo con cuidado, yo lo imité.

Nos lo comimos todo, al principio con cuidado ya que estaba muy caliente. Nos levantamos y tiré las latas en una papelera que había en la esquina mientras Zico retiraba el plato. 
Salí por la puerta esperando que Zico e siguiera y entré en la habitación. Mientras buscaba en mi chaqueta el paquete de tabaco, mi acompañante cerró la puerta y se sentó entre los cojines que había bajo la ventana. Me senté en frente suya, abriendo mi parte de la ventana para que saliera el humo fuera y encendí el cigarro.

- Me habéis tratado mejor en unas horas que ellos en todo este tiempo - dije mirando hacia el exterior.
- Eso te pasa por resistirte - sonrió - Hay que ver que rendirte ante G-Dragon y no unirte a mí... - suspiró.
- Yo no me he rendido ante nadie - le miré directamente.
- Bueno, si tú lo dices... - puso los ojos en blanco - Se notaba que te tenían acostumbrada a hacer lo que ellos quisieran. Uy perdón, lo que él quisiera - recalcó la palabra "él".
- Di lo que quieras... - no le hice caso.
- Tú misma lo dijiste - sonrió, me estaba intentando picar.
- No dije nada, fue lo que tú quisiste entender - le di otra calada al cigarro.
- ¿Entonces a eso te referías con que fue "poco satisfactorio"...? - cuando miré hacia delante me topé con su rostro a pocos centímetros del mío. 

Se había puesto de rodillas apoyándose sobre sus manos, las cuales estaba cada una a un lado de mi cadera.

- Ts... - me quejé - ¿Solo piensas en eso? 
- No me creo que me vengas virgencita de ahí - sonrió.
- Para empezar no venía virgencita ni de mi casa - le quité la mirada y fumé.
- ¿Por qué te escondes? - empujó mi cara con un dedo desde mi barbilla, haciéndome encararle.
- No me escondo, simplemente no te echo el humo en la cara - dije desconcentrada.
- Tíralo - dijo casi besándome.

Seguí sus órdenes, su voz era muy... Sexy. Simplemente con esa palabra pudo desconectarme de todo y hacer que me centrara en él. Puede que tuviera razón con eso de que nadie se le resistía. Me dio un beso y mordió levemente mi labio inferior, provocándome. Acto seguido, se sentó en el sitio que estuvo ocupando anteriormente.
Suspiré y recorrí ese pequeño escalón, sentándome encima suya. Puede que lo hubiera conseguido, pero solo puede.

- ¿Acaso quieres jugar? - rió.
- Me voy a casa de mi abuelita, lobito - dije y me levanté, detapé la cama rápidamente y me tiré, escondiéndome entre las sábanas.
- Yo no estaría tan segura, caperucita - sonrió perversamente y se tiró encima mía sin nisiquiera quitar las sábanas de entre nosotros.

De un movimiento conseguí darle la vuelta a la situación, aprisionando a Zico en un enredo de sábanas y poniéndome arriba. Apoyé las manos cada una a un lado de su cabeza y le besé. Su lengua no tardó nada en reaccionar y nuestros labios empezaron a jugar, como él quería. Sus manos bajaron a mis caderas y empezaron a subir por dentro de mi camiseta.
En ese momento, me volví a tumbar a su lado dándole la espalda.

- Buenas noches - dije y cerré los ojos.
- ¿¡En serio!? - exclamó.

Yo no le contesté, haciéndome la dormida. Él se acercó y me abrazó por la cintura, haciéndome notarle a él y a su... Emoción. Sonreí conteniendo la risa, me hacía bastante gracia.

- Mañana verás... - dijo contra mi nuca.

Me acurruqué en su cuerpo. Él y la cama eran muy blanditos, muy cómodos. No sé como le podía tener miedo a este hombre. 
Me desperté boca arriba con un brazo sobre la cara de Zico y él con su piernas sobre las mías. Perfecto. Me reí y me deshice de ese lío. Me puse de rodillas en la cama y me quedé mirándolo, no estaba dormido. Abrió un ojo y me vio mirándole, así que lo cerró rápidamente.

- ¿Quieres que sigamos lo de anoche...? - dije acercándome.
- Ven pa' cá - tiró de mi cintura, echándome encima suya.
- Vamos a desayunar, anda - le di un golpecito en el pecho y fui hacia la puerta - ¡Vamos! - le esperé.

Fuimos hasta la cocina y puerta por la que pasábamos, puerta que Zico aporreaba y gritaba. Desde detrás de algunas puertas se escuchaban quejas y maldiciones. Llegamos al final del pasillo y Zico se quedó mirándolo. De repente las puertas se empezaron a abrir y gente medio dormida empezó a salir. Parecían zombies. Una risa se me escapó cuando vi a P.O salir con cara de enfadado.

- ¡A ver si me voy a poner a hacer yo eso a las 3 de la mañana! - le gritó a Zico, este rió.

Detrás suya estaba Taeil, el más bajito del grupo pero el más mayor, era irónico. Andaba como si le costara levantar los pies y arrastrando el pantalón de pijama. Se rascaba los ojos intentando abrirlos. El siguiente fue U-Kwon que se acababa de levantar y ya tenía una sonrisa, era el que estaba más fresco, la verdad. A la vez salieron B-Bomb y Jaehyo, los dos mirando hacia abajo como si no quisieran vivir. Y por último salió Kyung bastante activo con los ojos como platos. 

- ¡Buenos días! - exclamó.
- ¿Qué hay para comer? - dijo B-Bomb con pocas ganas.

Entramos a la cocina y desayunamos, como no, cereales con leche. Algunos un café, otros se hicieron tostadas y zumo de naranja... Para gustos, los colores. 
Nos lo acabamos todos en un gran jaleo, todo el mundo hablaba y teniendo en cuenta que éramos ocho, la cosa se hace más ruidosa. Yo me quedé en una esquina, al lado de Zico ya que era con el único con el que había estado desde que había llegado, callada.

- ¿Te ha comido la lengua el gato? - me preguntó Kyung y rió.
- No... - sonreí.
- Chica, ¡habla! - exclamó Jaehyo el cual estaba su lado.
- ¿Hola? - reí, no sabía qué decir.
- No te recordaba tan tímida - dijo Zico con la boca llena, se me hizo muy gracioso así que me reí levemente.
- No soy tímida, solo que no sé qué decir - confesé.
- Eso, que para tímidos ya tenemos a Taeil - dijo Jaehyo señalándole.

Taeil sonrió, miró hacia abajo y siguió comiendo. Un sentimiento de ternura invadió mi corazón, era monísimo.

- Cuéntanos, ¿cómo eran tus desayunos allí? - me miró B-Bomb desde el otro lado de la mesa.
- Siempre acaba desayunando solo con una persona, así que... No sabría qué decirte - contesté.
- ¿Nunca comíais todos juntos? - se sorprendió B-Bomb.
- Sí, pero no hablábamos a penas - dije.
- Normal que no sepas qué decir - bromeó U-Kwon.
- Pues a partir de hoy no te cortes con nosotros - sonrió Jaehyo.
- Sí, que aquí todos decimos lo que pensamos - saltó P.O de repente.
- Y creo que no te vamos a comer por hablar - bromeó Kyung.
- Bueno, eso es discutible... - añadió Zico.

Unos silbidos y comentarios se escucharon a la vez, parecía en patio de un colegio. Reí y acabé de comer. La verdad es que estaba muy agusto aquí. Esperé a que todos acabaran y ayudé a recoger las cosas. 
Nos fuimos al salón - sí, esa sala tan grande graffiteada con ese pedazo de sofá - , aunque yo no tenía ganas de sentarme a ver la tele. Así que decidí investigar por la casa. Me levanté del sofá y Zico me miró como preguntándome a donde iba, sonreí y me fui.
Salí al pasillo y fui pensando: esta era la habitación de Jaehyo, esta la de U-Kwon... Así hasta que me faltaron dos puertas. Teniendo en cuenta de que cada habitación tiene su cuarto de baño... Esta tenía que ser la habitación de Zico. 
Abrí la puerta y tuve que entrar para ver la habitación entera. Era gigantesca, como el patio de un colegio y no tenía mucha pinta de habitación. Había muchos sacos de boxeo , haciendo como Zig-zag en el centro de la habitación, colgados de barrotes que cruzaban toda la habitación, como si fueran tuberías. En el extremo izquierdo se encontraba un gran armario. Me acerqué y lo abrí. Allí había más de 10 guantes de boxeo, vendas, pelotas, cuerdas... Todo lo que se necesita en un gimnasio, vamos. Crucé de nuevo la habitación lo cual me llevó su tiempo y en el extremo derecho me encontré un ring y detrás suya, en la pared unas espalderas que tenían abajo como suelo acolchado y colchonetas. El cuarto también era negro pero los sacos, el ring, las colchentas y todos los accesorios eran azules y rojos. Esto tenía que probarlo yo...
Salí de la habitación corriendo para cambiarme pero me acordé de que había otra habitación que me faltaba por explorar: la habitación de Zico. Era seguro que era la suya. 
Me puse en frente de la puerta con curiosidad y la abrí, viendo directamente la cama la cual estaba en el centro de la habitación. Estaba a rebozar de peluches de Hello Kitty. Sonreí y seguí mirando. La habitación era blanca con los muebles en tonos lilas y morados. Tenía un perchero con mucha ropa tirada por encima y bajo la cama se veían las botas manchadas de tierra sobresaliendo. Me asomé bajo la cama y no era solo un par, eran unos cuantos. Me levanté y lo primero que me saltó a la vista fue la lámpara: imitaba a una antigua pero era moderna, de colores. 
Me senté en la cama y seguí contemplando la habitación, los armarios, las cómodas... Y sobre todo, la de cosas que había de Hello Kitty. 
La puerta, entreabierta, se abrió del todo, lo cual interrumpió mi observación. 

- Si vienes hasta tú sola a mi habitación... - dijo Zico apoyado en el marco de la puerta.
- Tu habitación me encanta, en serio - reí - No se nota que te guste Hello Kitty... 
- ¡Ah! ¡Deja a mi novia tranquila! - cogió un peluche y lo abrazó.
- Está bien - reí, esto no se ve todos los días.
- ¿No te gusta? - me miró con un puchero.
- ¡Sí! Pero no me lo esperaba - sonreí - Si tengo hasta unas gafas de ella.
- Como... - fue a una de las cómodas y abrió un cajón- ¿Cómo estas? - se dio la vuelta y llevaba unas gafas de pasta blancas sin cristales con un lacito rosa.
- Sí - reí, no me lo creía - pero en negras y azules.
- ¡Póntelas! - dijo muy emocionado.
- Están en... - 
- ¡Voy a tener que hacerles una visita ya! - exclamó, interrumpiéndome.
- Tranquilo - reí - Quería preguntarte... ¿Qué ropa se supone que me has traído?
- Ven a tu habitación y lo verás - sonrió y se fue.

Salí y cerré la puerta. Volvimos a surcar el pasillo y entramos en mi habitación. Zico empezó a abrir cajones. 

- ¿En serio? - miré los cajones y me asusté, todo era rosa y celeste.
- ¿A caso te crees que no te conozco? - abrió un armario el cual se volvió negro simplemente por la ropa de su interior.
- Vale, más te valía - le miré mal, bromeando.
- Eso eran solo los pijamas, cariño - cruzó la habitación y abrió otro armario en el cual estaban los pantalones.

Muchos pantalones de cuadros y unos cuantos de colores llamativos. Se agachó y abrió un gran cajón que había bajo esa ropa colgada. Eran todo zapatillas, de todos los colores y marcas. 

- ¡Y tanto que me conoces! Creo que tengo ropa para... ¿Tres años? - reí.
- Espera, que ahora viene lo mejor - me miró y se acercó a la otra cómoda, abriendo solo 3 cajones.

Estaba lleno de ropa interior de Hello Kitty. Un ataque de risa pudo conmigo. La había de todos los colores y formas. 

- ¿Te gusta? - dijo impaciente.
- Mucho, pero seguro que no más que a ti - reí.
- Sino no te lo hubiera comprado - sonrió.
- Ropa de deporte como que no, ¿no? - pregunté.
- He dicho que te conozco - rió - por lo que he visto has descubierto alguna habitación más que la mía.
- A ver... - me acerqué a la "cómoda Hello Kitty" y cogí una camiseta de tirantes celeste - ¿Tienes unas bermudas?
- Claro, un segundo - dijo mientras me daba la espalda para salir por la puerta.

Me quedé mirando entre la ropa de esos cajones. Al fin, encontré calcetines. ¡Y eran blancos! Nada de Hello Kitty, lo cual me hizo reír. Eso de que era su novia sonaba muy convincente. 
Cerré los cajones y los armarios excepto uno. Me agaché para contemplar los zapatos. Todos eran de deporte excepto dos o tres pares de tacones, aunque bajo la ropa, en la esquina del armario, pude ver una gran caja. Prácticamente, me metí en el armario cuando escuché a alguien aclararse la garganta detrás mía.

- Parece que las has encontrado - sonrió mientras yo salía de entre la ropa - Anda, hazme un hueco - me echó a un lado y cogió él esa caja.
- Imposible... - me sorprendí al leer "New Rock" y ver el logo que adornaba la caja.

Zico la abrió lentamente mientras yo miraba boquiabierta. Unas botas negras con cadenas que la rodeaban de un lado a otro y pinchos que apuntaban hacia mí, hebillas y llamas en el talón cosidas con un negro más brillante. La suela era bastante gruesa con elementos metálicos en ellas.

- Oh Dios... ¡Te amo! - dije mientras me tapaba la boca - Son mi marca favorita, nunca pude comprarme un par, a parte del que tengo, que está súper gastado.
- ¿Blancas? - sonrió - Sé que te encantan, además, te van a ser muy útiles. Por cierto - cambió de tema - Aquí tienes las bermudas.

Miró a la cama como señalándola. Estaban allí encima, bastante largas ya que Zico era muy alto, negras con rayas blancas a los lados.

- Gracias, ahora si no te importa... - 
- Para nada - me enseñó las palmas de sus manos - Dentro de un rato voy a ver como vas, hasta después - sonrió y salió por la puerta.

Vale, me pienso quedar aquí toda la vida, me ha ganado. Puede que me conozcan mejor que yo misma, eso me choca, pero me siento bastante comprendida. Me cambié y escogí unas zapatillas, las menos fantásticas que había, no quería estropearlas.
Salí al pasillo y miré, recordando cual de todas las puertas llevaba a esa gran habitación. Me pareció recordar así que ande y, efectivamente, la encontré.
Recorrí de una punta a otra la gran superficie con un paso ligero, esquivando tantos sacos y cuerdas que había por el suelo. Me encontré con un armario y lo abrí. Vendas y guantes, aquí estáis. 
Me di la vuelta para enfrentarme a uno de esos grandes sacos cuando una personita se topó en mi camino. Era Taeil, el cual me vio y bajó la mirada. Sonreí y le miré. Aunque fuera el más bajito de allí, seguía siendo más alto que yo. Al estar en ese ángulo pude fijarme en algo que no había visto antes: un piercing, en la ceja. 

- Me gusta - dije señalándolo.
- Gracias - sonrió y levantó la cabeza.

Me aparté y se acercó al armario para coger lo mismo que yo. 

- ¿Necesitas ayuda? - me dijo tímidamente.
- Por favor - a ver si así podía mantener una conversación con él.

Estiré mi mano izquierda, la cual agarraba una de las vendas. Él la cogió apoyó el dorso de mi mano sobre la suya, para que le fuera más cómodo envolverme la mano y a mí ver como lo hacía, aunque no estaba mirando a la mano.

- Eres muy mono - dije mientras él le daba vueltas a su muñeca.
- Gracias, de nuevo - volvió a sonreír.
- ¿Haces boxeo? - pregunté a lo que él rió.
- Todos aquí lo hacemos, sino este sitio no existiría - quitó la vista de mi mano - A parte de eso, hay algunos que saben algo de artes marciales o cosas de ese estilo - dijo mirándome-
- Me gustaría aprender - dejé caer.
- A mí precisamente no me preguntes - rió y volvió a la venda, pegando un velcro.
- ¿Entonces no puedes enseñarme nada? - sonreí mientras me ponía el guante en esa mano.
- Lo máximo que podemos hacer es echar un tanteo, si te parece - cogió mi otra mano.
- De acuerdo, aunque yo no soy muy buena en esto - confesé.
- No te preocupes, solo te aconsejo quitarte los piercings - acabó de vendar mi mano derecha a lo que yo me puse el guante.
- Con esto va a ser un poco complicado - dije mirando mis "manos" - ¿Me ayudas? - pedí.
- Esto... Sí - parecía que le costaba hablar conmigo.

Se acercó lentamente a mi oreja y giró uno de los pinchos que coronaba el palo que me atravesaba la oreja. Se lo quedó en la mano mientras tiró del otro para sacar ese palo del todo. 

- El de la boca te va a costar más - reí, la verdad es que era complicado.

Pasé la lengua por mis labios lentamente, se estaba poniendo nervioso, lo cual me hacía bastante gracia. Parecía que tenía una barrera que le impedía acercarse, era muy cuidadoso. Se acercó a mis labios y miró la argolla. Una sonrisa ladeada se me escapó, parecía tan inocente y pequeñito... 

- ¿Es con rosca? - preguntó sin apartar la vista del enganche.
- No, solo tira, pero de las calaveras, no de el aro - reí.

Sí, el enganche de mi argolla eran dos calaveras, soy así de tétrica. Dos de sus dedos aguantaban mi labio mientras en uno de ellos se apoyaba mi pendiente. Su otra mano aguantaba las calaveritas y de un pequeño tironcito que casi ni noté, ya estaban fuera. Saqué el arito con la lengua y él lo cogió, estando bastante cerca de mi boca. 
Subí un poco la cabeza para encontrarnos nariz con nariz, a pocos centímetros. Sonreí acercándome un poco más pero sin pegarme del todo. Su expresión era un poema, estaba como en shock, así que yo me di la vuelta y me acerqué al ring.
Escuché sonidos metálicos contra una de las estanterías, supongo que ya sé donde acabaron mis pendientes. 
Llegué a ese cuadradito y pisé una de las cuerdas, subiendo la otra con una mano y pasando por ese hueco. Me puse en medio y lo observé. Era la primera vez que me encontraba en un sitio así, lo más parecido que he visto a esto fue el gimnasio de mi colegio y seguía sin tener nada que ver. 
Cuando quise darme cuenta, Taeil saltó las cuerdas y se coló al lado mía, ya con los guantes y sin pendientes, igual que yo. 

- ¿Empezamos? - dijo poniéndose en posición.
- Sí... Haré lo que pueda - sonreí dulcemente y me puse en la misma posición.

Taeil esperó a que yo atacara, pero al ver que no me decidía, paré un golpe el cual venía por mi izquierda. Hice el amago de golpearle por la derecha, confundiéndolo y estiré mi brazo izquierdo, dándole.

- Uno a cero, entonces - dijo.
- ¿Apostamos? Si yo gano, haces lo que yo quiera, y si tú ganas, al revés - tonteé, tenía que darle un poco de morbo al asunto.
- Entonces procuraré perder - sonrió.
- Al mejor de cinco - dije volviendo a la posición defensiva.

2 comentarios:

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  2. unnie pudo poner esta fic en una pagina de facebook? esque me encanto *.* puedo?

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