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CAPÍTULO 1
Noviembre de 2007
SunHee iba camino hacia el
instituto, sola, como siempre, no tenía muchos amigos, era demasiado
vergonzosa. Era Noviembre y ya empezaba a hacer bastante frío, en Seúl empezaba
a refrescar pronto y el uniforme de la escuela no ayudaba a combatir el frío,
el aire helado se le colaba por todos lados y le dolían las piernas al caminar.
- Por fin en clase… - suspiró al
entrar al aula de su instituto, calentita gracias a la calefacción.
Se sentó en la última fila, como
siempre, SunHee era una alumna aplicada pero no se sentía cómoda delante de
todo el mundo, y como no hablaba con nadie el hecho de sentarse detrás del todo
no afectaba en sus notas, eran brillantes. Sin embargo y a pesar de no molestar
nunca a nadie, no era muy querida entre sus compañeros debido a que su familia
era adinerada, y aunque ella nunca hacía ostentación de dinero y se había
negado a ir a un colegio privado de lujo, el resto no la querían ver ni en
pintura debido a la envidia. Su tutor había hablado varias veces son sus
padres, les decía que a pesar de ser una chica de 15 años era muy madura y que
todos los profesores estaban muy contentos con ella y con sus notas, aunque
tenía que socializarse más, que siempre comía sola, que siempre estaba sola a
todas horas, y que eso no era normal, pero sus padres no sabían qué más hacer,
lo habían intentado todo, pero no había manera.
Ese día llovía, así que a la hora
de comer se quedaron todos en clase, y como no, SunHee detrás, siendo ignorada
por todos, comiendo sola y repasando las asignaturas que tocaban durante las
clases siguientes. No obstante, y sin que ella lo supiera, había alguien que
tenía siempre el ojo puesto en ella, y ese alguien se llamaba Himchan.
Kim Himchan estaba dos cursos por
delante de SunHee, tenía 17 años, aunque los había pasado a duras penas porque
los estudios le daban igual, sólo le importaban dos cosas: pasárselo bien con
los amigos y SunHee, sí, esa chica que se cruzó un día por el pasillo con
andares tímidos y cabizbaja para llevar unos papeles al consejo de estudiantes,
esa chica que cuando se chochó con él le miró con sus preciosos ojos color miel
brillantes a pesar de su tez triste e hizo que no pudiera pensar en otra que no
fuera en ella desde ese mismo momento. El aspecto desgarbado de Himchan y su
pasotismo hacía enfadar a los profesores, enloquecer a las chicas, ya fueran
dongsaengs o noonas, y hacer que el resto de compañeros que no pertenecían a su
círculo de amigos, también de su misma casta, le temieran.
Ese día Himchan aprovechó para ir
a visitar a su clase a uno de sus amigos, ya que por suerte era compañero de
SunHee, y así podía verla a lo lejos, dado que nunca había hablado con ella
porque era tan tímida que evitaba el mayor contacto visual o verbal con
cualquier persona a no ser que fuera estrictamente necesario, y como intuía Himchan,
con él ese contacto necesario tampoco era.
- Eh tío, mira a SunHee, ya está
comiendo sola otra vez – dijo uno de los chicos de la clase que habían hecho un
corrillo alrededor de un par de pupitres.
- Pero está buena, seguro que es
de las típicas que van de mosquita muerta y luego te hacen un buen favor en la
cama.
- Tiene razón – esta vez habló un
tercero.
- Va, voy a decirle algo a ver si
quiere que pasemos un buen rato, total, no tiene nadie con quien hablar – el
chico se levantó con sonrisa pícara y se fue directo a la mesa de ella, pero
algo, mejor dicho, alguien, le paró en seco agarrándole fuerte del hombro.
- Ni se te ocurra – Himchan
estaba enfurecido, lo había oído todo, y a cada palabra apretaba más el hombro
de aquel chico – Acércate y estás muerto, y sabes perfectamente que no bromeo.
- Es mi puto problema, anormal.
- ¿Seguro? – Himchan volvió a
apretar a mano en su hombro, cada vez le hacía más daño.
- Vamos tío, déjalo estar, ya
sabes lo que le hizo a aquel, que lo mandó al hospital, vamos – todos hicieron
caso a su amigo y salieron a toda prisa de allí.
- Tsk, Himchan tío, aún siguen
creyendo que mandaste a aquel pavo al hospital – dijo su amigo, que aunque no hablaba
con SunHee estaba en su misma clase y era de los pocos que la respetaba.
- Deja que crean, que para estas
cosas me va muy bien – Himchan rió y siguió observando a SunHee mientras su
amigo comía.
Pasaron las horas y entre una
cosa, la otra y que ella se había quedado más rato en clase estudiando ya eran
las 10 de la noche y tenía que volver a casa, pero nadie en su casa contestaba,
así que una vez más tocaba volver sola, en fin. Se abrigó dejando sólo los ojos
al descubierto y salió a la calle, pero una vez más las piernas le dolían por
el frío, ese maldito uniforme… Tomó un atajo, pero el dolor le impedía ir
deprisa y además hizo que en varios momentos tuviera que parar y sentarse en
algún escalón para masajearse un poco las pantorrillas.
- ¿Te llevo a algún sitio bonita?
– dijo un hombre de unos 25 años que iba en pandilla.
- N-no g-gracias.
- Pero es tarde y hace frío, una
chica tan guapa como tú no debería ir sola por la calle, deja que te llevemos,
anda.
- N-no, de v-verdad, g-gracias –
SunHee se fue a toda prisa, sabía que esos hombres no le iban a traer nada
bueno.
Ella cada vez iba aumentando el
paso, sin mirar atrás, pero lo que no sabía es que aquellos hombres también,
pensaban cogerla, aunque querían divertirse un rato viendo como escapaba para
dejar luego paso a la diversión de verdad, les gustaban las chicas con
uniforme. Media hora había pasado ya desde que empezaron a seguirla, y como se
les estaba acabando la paciencia uno de ellos salió corriendo para atraparla,
pero de nuevo, a SunHee la salvaron, y sí, era Himchan, que se tiró encima de
aquel gorila como si no hubiera mañana a repartir puñetazos como un loco,
aquellos hombres le superaban en número y en tamaño, pero le daba igual, quería
ver como sufrían por todo lo que querían hacerle a su SunHee y sus nudillos
empezaron a llenarse de sangre, sin saber si era suya o de ese tipo, pero el
éxtasis acabó pronto, porque ese ensañamiento le pasó factura, dado que el
resto lo cogieron por el cuello del uniforme y lo estamparon violentamente
contra el suelo, olvidándose de ella para entretenerse un rato con Himchan, con
la sangre que le salía de la boca, pateándole las costillas, muyendo su cuerpo
a ritmo de una paliza, una brutal paliza.
...
Julio de 2012
- ¡Noona! ¡Me aburro!
- Calla Minho, no entiendo como
puede haber un hermanito tan plasta como tú.
- Va… ya has acabado las clases
en la universidad… ¡Juega conmigo! – Minho, el hermano pequeño de SunHee de a
penas 10 años se echó encima de ella para que no tuviera más remedio que jugar
con él.
- Ah… está bien… ¡Prepárate
porque viene el monstruo de las cosquillas!
- ¡No, no!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Minho y SunHee se pusieron a
corretear por la habitación, a sus 20 años se sentía como una niña jugando con
su hermanito, le encantaba, sobretodo porque sus padres no estaban casi nunca
en casa, así que no le habían hecho mucho caso nunca, y no pensaba dejar que la
infancia de Minho se fuera como la suya. Pero pronto la diversión acabó cuando alguien
llamó a la puerta y la dama de llaves abrió.
- Disculpe señora, venimos a
entregar un paquete, ¿se encuentra SunHee en casa? – dijo una voz grave y algo
ronca. “¿Un paquete? Yo no estoy esperando ningún paquete” pensó ella, que lo
oída todo desde la habitación dado que tenía la puerta abierta.
- La señorita no me ha avisado de
nada sobre un paquete, me temo que en estos momento no puedo atenderles.
- Vamos señora, déjenos pasar –
dijo otro de los chicos, con una voz algo más aguda y más inquieto.
- ¿Pero qué intentan? ¡Fuera de
aquí o llamo a la policía!
- Usted lo ha querido – añadió
otro de los chicos sacando una pistola y disparando al aire – La próxima vez no
fallaré.
Los seis chicos que habían
llamado a la puerta entraron a la fuerza, y dos de ellos amordazaron y ataron a
una silla a la dama de llaves para que no pudiera gritar ni avisar a la
policía, y acto seguido se pusieron a inspeccionar todas las habitaciones del
primer piso, pero al ver que no había rastro de nadie, empezaron a subir las
escaleras y SunHee, que se dio cuenta, deprisa cerró la puerta de la habitación
donde estaban él y su hermano.
- Minho, vamos a cambiar de
juego.
- ¿Qué ha sido ese ruido noona? –
Minho estaba al borde del llanto.
- Nada cariño, los malos, así que
vamos a jugar que el suelo es de lava y el único lugar donde nos podemos salvar
es el armario, pero callado, porque hay malos que quieren que pisemos la lava,
¿vale?
- Sí noona.
Ambos se escondieron en el
armario, pero la tensión creció cuando uno de ello abrió la puerta de la
habitación, así que SunHee le tapó la boca a su hermano para evitar que los
descubrieran, pero el miedo pudo con él y un gemido debido al llanto no pudo
evitar salir de su boca ni sus lágrimas bañar sus mejillas, cosa que hizo que
uno de los asaltantes abriera la puerta del armario y los describiera ahí.
- ¡He cazado a la ratita! ¡Venid!
– dijo aquel chico, rubio, con los ojos no muy grandes y las facciones marcadas
y una sonrisa juguetona a pesar de la situación.
- Muy bien JongUp, recuérdame que
luego te compre algo – dijo otro chico, también rubio con la cara más redonda
que el anterior y una expresión de amabilidad en su rostro que por supuesto no
tendría, debido a que seguramente estaban a punto de hacerle algo.
- YoungJae, yo quiero tomatitos
cherry – añadió un tercero entrando en escena, era uno de los que había hablado
antes, con su voz aguda y juguetona y su aspecto aniñado.
- Después Zelo, ahora toca
encargarse de ella.
Oh no, oh no, mierda, qué le iban
a hacer, por qué la buscaban, esto no iba a acabar bien, y lo peor de todo, su
hermano estaba con ella, si era necesario iba a dar la vida por él.
Me ha matado muchisimo que Zelo pidiera tomates cherrys en medio de todo el jaleo xDDD ¡Ya tengo ganas de el próximo!:D
ResponderEliminarMe gusta, escribes muy bien sigue así^^
ResponderEliminarAquí tienes a una nueva seguidora de tu fic!!