miércoles, 26 de diciembre de 2012

B. vs B.


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan



CAPÍTULO 18

Un poco más calmada me preparé para intentar no pensar en nada. Si le empezaba a dar vueltas a las cosas me sería más complicado aguantar aquí. Me acurruqué entre la manta y cerré los ojos, dejando la mente en blanco y rindiéndome ante el sueño.

Me desperté pero no abrí los ojos hasta que noté que mi cara estaba apoyada sobre algo cálido, no parecía ser el suelo. Miré hacia arriba y ahí estaba. ¿Cuánto tiempo habré dormido? Bueno, y a saber desde cuándo estaba él aquí. 

- Buenas noches - buscó mi mirada.
- ¿Qué hora es? - pregunté.
- Las tres de la mañana - dijo seguro.
- Dios, qué de tiempo llevo durmiendo... - dije intentando espabilarme.
- Bueno, creo que es hora de ir quitándote esto - se acercó a las esposas con una llave en la mano, liberándome.

Lentamente y algo dolorida, estiré los brazos hacia delante, tenerlos tanto tiempo a la espalda tenía que ser malo. Me froté la cara, despertándome y me desperecé.

- Déjame que adivine, ya no tienes sueño, ¿verdad? - se acercó a mí.

Me levanté y estiré las piernas dando una vuelta por la habitación. Parecerá raro que no intenté escapar, pero es que sabía que la puerta estaba bajo llave. Él me miró unos segundos y se levantó, quedándose apoyado en la pared.

- ¿Cómo estás? - preguntó con un tono despreocupado.
- Ahora mismo bastante bien - sonreí levemente.
- Te acabarás acostumbrando - se levantó - O eso, o rindiéndote, lo que prefieras.
- ¿Rendirme? Ante qué - chasqueé la lengua mientras él se acercaba a mí.
- Ante mí, por supuesto - 

Con eso atacó mis labios, queriendo que cumpliera su voluntad la cual cada vez me acababa gustando más. No me resistí, ¿para qué?. Cuando quise darme cuenta mi espalda ya estaba contra el armario y el brazo que tenía libre a un lado de mi cabeza, mientras, nuestro beso se intensificaba. 


- ¿Ya no corres? - se separó drásticamente y dijo divertido.
- ¿No querías que me rindiera ante ti? Aquí me tienes - le seguí el juego, agarrando su chaqueta.
- Eso suena bien - ladeó una sonrisa.

Nuestros labios se volvieron a unir, derrochando saliva dejando que nuestras lenguas entraran en contacto. En ese momento bastantes recuerdos me chocaron, puede que buenos o puede que malos, depende del punto desde el que se miren. Era como si... volviera al principio.
Una de sus frías manos dejó de apoyarse en la pared para buscar el final de mi jersey, empujándolo hacia arriba. En reacción yo levanté los brazos, dejando que me lo quitara, pero antes de que me diera tiempo a bajarlos, ya los estaba aguantando.

- Por lo que veo, hoy podré hacer lo que yo quiera - susurró mientras deslizaba su manos desde mi cuello hasta mi cinturón.

Deshizo ese enredo de metal y tela y se hizo un hueco en mis pantalones, bajo mi ropa interior. Un jadeo se me escapó, me escuchó, sonrió. Sus dedos empezaron a deslizarse, provocándome mientras le quité la mirada, me había desacostumbrado a él. Este, en respuesta, bajó por mi cuello, besándolo y dejándome sus dientes marcados cuando yo estaba empezando a alterarme. 
Movió la cabeza, buscando mi cara y acercándose a mi boca la cual estaba entre abierta por culpa de mi respiración. Me miró y volvió a besarme para acariciarme subiendo su mano por mi tripa y mi costado. Me soltó las muñecas y se separó de mí.

- Vamos a jugar a algo - sonrió mientras se desabrochaba el pantalón - De rodillas - dijo autoritario y le hice caso - Y las manos a la espalda. Si me tocas, pierdes - me miró superior.

Hice lo que me dijo y él miró sus pantalones desabrochados, dándome a entender qué quería. Mordí el filo de la tela vaquera y la llevé hacia abajo como pude para volver a subir y hacer lo mismo con su ropa interior. Le miré y ladeó la cabeza, sonriendo.

- Pareces tan inofensiva... Tan indefensa - acarició mi mejilla - Una pena que sepa que no eres así - rió.

Con eso puso su mano en mi nuca, yo saqué mi lengua y le lamí, mirándole. Él empujó un poco mi cabeza, impaciente. Abrí la boca y empecé a succionar mientras él enredó sus dedos en mi pelo, guiándome cada vez más rápido. Echó la cabeza hacia atrás, dejándome ver solo su cuello y su pelo deslizarse. Me paró en seco y agarró mi pelo, presionando para que adelantara la cabeza, haciendo que me ahogara. Una pequeña queja se escapó del fondo de mi garganta y él soltó mi cabello, yo retrocedí. Acto seguido me puso la mano en el hombro y me empujó, tirándome en el suelo y poniéndose de rodillas a mi lado. 
Pasó sus manos por mi espalda mientras se acercaba lentamente, haciéndome desearlo más. En el mismo momento en el que nuestros labios se juntaron, mi sujetador se desabrochó para que justo después mis pantalones acabaran con él y mi jersey en una esquina de la habitación.
Se incorporó un poco, dejándome ver perfectamente sus tatuajes, haciéndome la boca agua. Apoyó sus manos en mis rodillas y guió mis piernas, echándose encima mía.

- ¿Qué te dije de las manos? - susurró en mi oído, haciéndome estremecer.

Me levanté un poco, lo que hizo que nuestros cuerpos se rozaran, y volví a dejé mis brazos bajo mi peso, sin dejar de mirarle a los ojos. Ya me había perdido y nadie me podía encontrar.
Entró en mí lentamente por una vez en su vida, aunque también era la primera vez en la vida que pasaba esto sin odio por medio. Una ola de calor recorrió todo mi cuerpo, echaba de menos su cuerpo.
Empezó a moverse y yo cerré los ojos, quería sentirlo, lo necesitaba. 

Dejando caer mi cabeza hacia atrás, un pequeño gemido por mi parte se mezcló con su respiración. Parece que le gustó escucharlo, porque subió un poco el ritmo. Sentí sus dientes rozar mi labio inferior para morderlo levemente, captando mi atención. Abrí los ojos y me encontré directamente con su mirada la cual me comía con ansia. Era irresistible, entonces otro gemido quiso salir. Apoyó su frente en la mía, obligándome a seguir mirándolo. Ahogada en sus ojos, mi corazón empezó a desbordar y mi deseo de tocarle se hizo incluso más intenso. Sus caderas empezaron a balancearse más rápido y mis piernas se engancharon en su cintura. Estaba cerca, muy cerca. Mi mente y mi cuerpo se dejaron llevar tanto que cuando quise darme cuenta, mis uñas estaban clavadas en su espalda.
Paró en seco y me miró autoritario. Se levantó rápidamente tirando de mi brazo, llevándome con él, logrando ponerme de pie.

- De cara a la pared, ahora - hizo énfasis en esa última palabra.

Me mordí el labio y le hice caso, me encantaba ese tono de voz. Con mi mirada fija en los ladrillos, él cogió una de mis muñecas, obligándome a apoyar una mano, aguantándome. Tras eso, empujó una de mis piernas, abriéndolas y acercándose a mí.

- ¿Qué te dije de las manos? - se echó en mi espalda, llegando a decirme eso al oído.
- Lo siento - dije aunque no fuera verdad.
- Eso ahora ya no me vale - mordió mi oreja.

Volvió a entrar en mí de sopetón, con un ritmo frenético, dejando mi mente en blanco. 

- No puedo más - susurré como pude.
- No hasta que yo diga - habló también entrecortado.

Empezó a moverse lentamente, demasiado, desesperándome pero haciendo ese placer más intenso. Mis piernas empezaron a temblar y me empecé a impacientar. G-Dragon aumentaba el ritmo lentamente, pero haciéndose notar. 

- Por favor... - le pedí.
- No - me ordenó agarrando mis cabellos y acercando mi cabeza a su hombro, dejándole ver mi expresión perfectamente.
- Por favor - le miré a los ojos como pude, este empezó a hacerme un poco de caso.

Cuando quise darme cuenta, volvíamos a estar en la misma situación.
Él mismo se estaba impacientando, lo sabía, se notaba.

- Ji Yong, por favor - se me escapó en forma de gemido.

Él gruñó ante mis palabras y empujó mi cabeza, dejando mi mejilla pegada a la fría pared. Sus movimientos eran frenéticos, haciendo que los dos nos dejáramos llevar e inundásemos la habitación, haciéndola ruidosa. Su nombre se había quedado en mis labios, despegándose con jadeos. Cerré los ojos lo más fuerte que pude cuando una descarga llegó a todos mis nervios, para notar como algo caliente explotaba en mí.
G-Dragon se dejó caer en mi espalda mientras a mí me costaba retomar mi respiración. 

- Te he echado de menos - dije sin pensar.
- No sabes cuanto - contestó entrecortado.

Tras unos segundos para recomponernos, nos vestimos, teniendo que buscar la ropa en toda la habitación. Cuando GD se acabó de arreglar, cogió un móvil de encima de una pequeña mesa que había en una esquina y lo miró, que ahora que recuerdo, no sabía que estaba ahí.

- ¿Qué haces? - pregunté.
- Mirar la hora - dijo y lo guardó en su bolsillo - Procura dormir un poco, que tienes que estar cansada - cruzó la mitad de la habitación para quedar en frente mía - Luego vengo - me besó.
- Espera - le dije cuando ya estaba dándome la espalda.
- Dime - se giró un poco.
- ¿Puedo pedirte algo? - di un par de pasos.
- ¿No has tenido suficiente? - rió.
- Abrázame - miré al suelo.

Los segundos que tardó en acercarse se me hicieron eternos gracias al miedo. Levanté la vista y me encontré con una sonrisa de satisfacción mientras sus brazos ya estaban rodeándome.

- Vuelta a empezar - se me escapó en un susurro casi mudo.

No sé si no lo escuchó o si se hizo el tonto, pero tras ese abrazo, se fue. La verdad es que no entendía por qué seguía dejándome aquí, bueno, con él nunca se entiende nada. Me acerqué al armario y encontré varios cojines, los cuales esparcí por un tramos de suelo y me eché sobre ellos, tapándome con la manta para caer dormida rápidamente.
Me desperté de un salto por culpa de el sonido de muchos golpes y algún que otro grito. El sonido de una llave abriendo la puerta heló mi sangre, ¿qué habría pasado? Me incorporé rápidamente, preparándome. Entonces una silueta bajó corriendo las escaleras. 


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