- Autora: @DisabledComplex
- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan
CAPÍTULO 18
Un poco más calmada me preparé para
intentar no pensar en nada. Si le empezaba a dar vueltas a las cosas me sería
más complicado aguantar aquí. Me acurruqué entre la manta y cerré los ojos,
dejando la mente en blanco y rindiéndome ante el sueño.
Me desperté pero no abrí los ojos hasta que noté que mi cara estaba
apoyada sobre algo cálido, no parecía ser el suelo. Miré hacia arriba y ahí
estaba. ¿Cuánto tiempo habré dormido? Bueno, y a saber desde cuándo estaba él
aquí.
- Buenas noches - buscó mi mirada.
- ¿Qué hora es? - pregunté.
- Las tres de la mañana - dijo
seguro.
- Dios, qué de tiempo llevo
durmiendo... - dije intentando espabilarme.
- Bueno, creo que es hora de ir
quitándote esto - se acercó a las esposas con una llave en la mano, liberándome.
Lentamente y algo dolorida, estiré
los brazos hacia delante, tenerlos tanto tiempo a la espalda tenía que ser
malo. Me froté la cara, despertándome y me desperecé.
- Déjame que adivine, ya no tienes
sueño, ¿verdad? - se acercó a mí.
Me levanté y estiré las piernas dando
una vuelta por la habitación. Parecerá raro que no intenté escapar, pero es que
sabía que la puerta estaba bajo llave. Él me miró unos segundos y se levantó,
quedándose apoyado en la pared.
- ¿Cómo estás? - preguntó con un tono
despreocupado.
- Ahora mismo bastante bien - sonreí
levemente.
- Te acabarás acostumbrando - se
levantó - O eso, o rindiéndote, lo que prefieras.
- ¿Rendirme? Ante qué - chasqueé la
lengua mientras él se acercaba a mí.
- Ante mí, por supuesto -
Con eso atacó mis labios, queriendo
que cumpliera su voluntad la cual cada vez me acababa gustando más. No me
resistí, ¿para qué?. Cuando quise darme cuenta mi espalda ya estaba contra el
armario y el brazo que tenía libre a un lado de mi cabeza, mientras, nuestro
beso se intensificaba.
- ¿Ya no corres? - se separó
drásticamente y dijo divertido.
- ¿No querías que me rindiera ante ti?
Aquí me tienes - le seguí el juego, agarrando su chaqueta.
- Eso suena bien - ladeó una sonrisa.
Nuestros labios se volvieron a unir,
derrochando saliva dejando que nuestras lenguas entraran en contacto. En ese
momento bastantes recuerdos me chocaron, puede que buenos o puede que malos,
depende del punto desde el que se miren. Era como si... volviera al principio.
Una de sus frías manos dejó de apoyarse
en la pared para buscar el final de mi jersey, empujándolo hacia arriba. En
reacción yo levanté los brazos, dejando que me lo quitara, pero antes de que me
diera tiempo a bajarlos, ya los estaba aguantando.
- Por lo que veo, hoy podré hacer lo
que yo quiera - susurró mientras deslizaba su manos desde mi cuello hasta mi
cinturón.
Deshizo ese enredo de metal y tela y
se hizo un hueco en mis pantalones, bajo mi ropa interior. Un jadeo se me
escapó, me escuchó, sonrió. Sus dedos empezaron a deslizarse, provocándome
mientras le quité la mirada, me había desacostumbrado a él. Este, en respuesta,
bajó por mi cuello, besándolo y dejándome sus dientes marcados cuando yo estaba
empezando a alterarme.
Movió la cabeza, buscando mi cara y
acercándose a mi boca la cual estaba entre abierta por culpa de mi respiración.
Me miró y volvió a besarme para acariciarme subiendo su mano por mi tripa y mi
costado. Me soltó las muñecas y se separó de mí.
- Vamos a jugar a algo - sonrió
mientras se desabrochaba el pantalón - De rodillas - dijo autoritario y le hice
caso - Y las manos a la espalda. Si me tocas, pierdes - me miró superior.
Hice lo que me dijo y él miró sus
pantalones desabrochados, dándome a entender qué quería. Mordí el filo de la
tela vaquera y la llevé hacia abajo como pude para volver a subir y hacer lo
mismo con su ropa interior. Le miré y ladeó la cabeza, sonriendo.
- Pareces tan inofensiva... Tan
indefensa - acarició mi mejilla - Una pena que sepa que no eres así - rió.
Con eso puso su mano en mi nuca, yo
saqué mi lengua y le lamí, mirándole. Él empujó un poco mi cabeza, impaciente.
Abrí la boca y empecé a succionar mientras él enredó sus dedos en mi pelo,
guiándome cada vez más rápido. Echó la cabeza hacia atrás, dejándome ver solo
su cuello y su pelo deslizarse. Me paró en seco y agarró mi pelo, presionando
para que adelantara la cabeza, haciendo que me ahogara. Una pequeña queja se
escapó del fondo de mi garganta y él soltó mi cabello, yo retrocedí. Acto
seguido me puso la mano en el hombro y me empujó, tirándome en el suelo y
poniéndose de rodillas a mi lado.
Pasó sus manos por mi espalda
mientras se acercaba lentamente, haciéndome desearlo más. En el mismo momento
en el que nuestros labios se juntaron, mi sujetador se desabrochó para que
justo después mis pantalones acabaran con él y mi jersey en una esquina de la
habitación.
Se incorporó un poco, dejándome ver
perfectamente sus tatuajes, haciéndome la boca agua. Apoyó sus manos en mis
rodillas y guió mis piernas, echándose encima mía.
- ¿Qué te dije de las manos? -
susurró en mi oído, haciéndome estremecer.
Me levanté un poco, lo que hizo que
nuestros cuerpos se rozaran, y volví a dejé mis brazos bajo mi peso, sin dejar
de mirarle a los ojos. Ya me había perdido y nadie me podía encontrar.
Entró en mí lentamente por una vez en su vida, aunque también era la
primera vez en la vida que pasaba esto sin odio por medio. Una ola de calor
recorrió todo mi cuerpo, echaba de menos su cuerpo.
Empezó a moverse y yo cerré los ojos,
quería sentirlo, lo necesitaba.
Dejando caer mi cabeza hacia atrás,
un pequeño gemido por mi parte se mezcló con su respiración. Parece que le
gustó escucharlo, porque subió un poco el ritmo. Sentí sus dientes rozar mi
labio inferior para morderlo levemente, captando mi atención. Abrí los ojos y
me encontré directamente con su mirada la cual me comía con ansia. Era
irresistible, entonces otro gemido quiso salir. Apoyó su frente en la mía,
obligándome a seguir mirándolo. Ahogada en sus ojos, mi corazón empezó a
desbordar y mi deseo de tocarle se hizo incluso más intenso. Sus caderas
empezaron a balancearse más rápido y mis piernas se engancharon en su cintura.
Estaba cerca, muy cerca. Mi mente y mi cuerpo se dejaron llevar tanto que
cuando quise darme cuenta, mis uñas estaban clavadas en su espalda.
Paró en seco y me miró autoritario.
Se levantó rápidamente tirando de mi brazo, llevándome con él, logrando ponerme
de pie.
- De cara a la pared, ahora - hizo
énfasis en esa última palabra.
Me mordí el labio y le hice caso, me
encantaba ese tono de voz. Con mi mirada fija en los ladrillos, él cogió una de
mis muñecas, obligándome a apoyar una mano, aguantándome. Tras eso, empujó una
de mis piernas, abriéndolas y acercándose a mí.
- ¿Qué te dije de las manos? - se
echó en mi espalda, llegando a decirme eso al oído.
- Lo siento - dije aunque no fuera
verdad.
- Eso ahora ya no me vale - mordió mi
oreja.
Volvió a entrar en mí de sopetón, con
un ritmo frenético, dejando mi mente en blanco.
- No puedo más - susurré como pude.
- No hasta que yo diga - habló
también entrecortado.
Empezó a moverse lentamente,
demasiado, desesperándome pero haciendo ese placer más intenso. Mis piernas
empezaron a temblar y me empecé a impacientar. G-Dragon aumentaba el ritmo
lentamente, pero haciéndose notar.
- Por favor... - le pedí.
- No - me ordenó agarrando mis
cabellos y acercando mi cabeza a su hombro, dejándole ver mi expresión
perfectamente.
- Por favor - le miré a los ojos como
pude, este empezó a hacerme un poco de caso.
Cuando quise darme cuenta, volvíamos a estar en la misma situación.
Él mismo se estaba impacientando, lo sabía, se notaba.
- Ji Yong, por favor - se me escapó
en forma de gemido.
Él gruñó ante mis palabras y empujó
mi cabeza, dejando mi mejilla pegada a la fría pared. Sus movimientos eran
frenéticos, haciendo que los dos nos dejáramos llevar e inundásemos la
habitación, haciéndola ruidosa. Su nombre se había quedado en mis labios,
despegándose con jadeos. Cerré los ojos lo más fuerte que pude cuando una
descarga llegó a todos mis nervios, para notar como algo caliente explotaba en
mí.
G-Dragon se dejó caer en mi espalda
mientras a mí me costaba retomar mi respiración.
- Te he echado de menos - dije sin
pensar.
- No sabes cuanto - contestó
entrecortado.
Tras unos segundos para recomponernos,
nos vestimos, teniendo que buscar la ropa en toda la habitación. Cuando GD se
acabó de arreglar, cogió un móvil de encima de una pequeña mesa que había en
una esquina y lo miró, que ahora que recuerdo, no sabía que estaba ahí.
- ¿Qué haces? - pregunté.
- Mirar la hora - dijo y lo guardó en
su bolsillo - Procura dormir un poco, que tienes que estar cansada - cruzó la
mitad de la habitación para quedar en frente mía - Luego vengo - me besó.
- Espera - le dije cuando ya estaba
dándome la espalda.
- Dime - se giró un poco.
- ¿Puedo pedirte algo? - di un par de
pasos.
- ¿No has tenido suficiente? - rió.
- Abrázame - miré al suelo.
Los segundos que tardó en acercarse
se me hicieron eternos gracias al miedo. Levanté la vista y me encontré con una
sonrisa de satisfacción mientras sus brazos ya estaban rodeándome.
- Vuelta a empezar - se me escapó en
un susurro casi mudo.
No sé si no lo escuchó o si se hizo
el tonto, pero tras ese abrazo, se fue. La verdad es que no entendía por qué
seguía dejándome aquí, bueno, con él nunca se entiende nada. Me acerqué al
armario y encontré varios cojines, los cuales esparcí por un tramos de suelo y
me eché sobre ellos, tapándome con la manta para caer dormida rápidamente.
Me desperté de un salto por culpa de
el sonido de muchos golpes y algún que otro grito. El sonido de una llave
abriendo la puerta heló mi sangre, ¿qué habría pasado? Me incorporé
rápidamente, preparándome. Entonces una silueta bajó corriendo las escaleras.
Ellos juntos son perfectos!
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