martes, 25 de diciembre de 2012

B. vs B.


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan


CAPÍTULO 17

Escuché un "clic" y tras ello una respiración, ¿estaría muerta ya? Intenté abrir los ojos, para encontrarme con los de G-Dragon.

- No estaba cargada - dijo con dificultad - ¿De verdad... Prefieres morir a estar aquí? 
- No, sino no podría volver - confesé.

De un jalón, agarró mi cabello y me arrastró hacia una puerta la cual no pude ver, ya que estaba inclinada hacia abajo. Abrió esa puerta y tiró de mí, haciendo que cayera rodando por unas escaleras. Ya sabía que habitación era. Me quedé en el suelo, dolorida, más de un colpe me había llegado a la cabeza y las costillas. Él, bajó lentamente, contemplándome.

- Ahora sí que vas a preferir morir - dijo agarrándome de un brazo, levantándome en peso, ya encerrando una de mis muñecas.

En busca de una tubería me arrastró y pasó la otra esposa por detrás, haciendo que me quedara fija allí. Sentí un cosquilleo en la oreja, la rocé con mi hombro y adiviné que sangraba. 
Acabé de rodillas, encadenada en una tubería y sangrando, perfecto. Lo único bueno: ya no tenía miedo. Gracias a la adenalina y el valor que gané al enfrentarme directamente a él y a sus juegos, ya puedo decir que, de verdad, me da igual.

- ¿Por qué todavía me quieres aquí? - pregunté alzando la vista.
- Cállate - me dio una bofetada tras una orden.
- Contéstame - dije, él repitió lo mismo que antes. 
- Por cada palabra que digas sin permiso, un golpe, a ver si así aprendes - 
- Me da igual - me volvió a pegar.
- Bueno, hasta mañana, te dejo pensando - y subió las escaleras.

El sonido de la puerta me sorprendió, se había ido de verdad. Intenté ponerme cómoda, me esperaba toda la noche aquí. Me moví intentando poner mi espalda en la pared, pero mis brazos me lo impidieron, así que apoyé mi cabeza de lado en la pared y mi espalda en esa esquina que formaba la tubería con los ladrillos. Mis músculos notaban un ligero tirón en esa postura, pero me acabaría acostumbrando. Suspiré, de una manera u otra, lo sabía. Con todas las cosas que me ha hecho, esto era lo más predecible y normal que podría haber hecho, solo me pregunto una cosa: ¿Qué dirán ahí arriba de mí? La preocupación sube por mi garganta, si de verdad me ha servido de algo estar aquí, vendría alguien, ¿verdad? No podían dejarme aquí. Lágrimas de impotencia y soledad recorrieron mi rostro, escuchaba murmuros pero ninguna palabra. Se podría haber inventado cualquier cosa, que le hubieran creido, parece que el miedo no solo lo sufro yo.
Pensé en dormir, pero lo descarté rápidamente, no estaba por la labor. Pensamientos que mordían mi corazón, sin dejarme descansar. Latidos que reventaban mis oidos, me empezaban a desconcentrar. Ya debería de ser tarde, todos estaban durmiendo. Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo cuando uno no vive con el corazón en un puño. Meditando es como pretendía pasar toda la noche, imposible para mis páspados eso de rendirse. El frío que desprendía la pared calaba en mis huesos, aunque no fuera mucho, se notaba. Iba a salir de aquí, no sabía cuando pero iba a hacerlo, era lo que quería creerme. Repitiéndome lo mismo durante varias horas, la fatiga nubló mi vista, creo. Estaba demasiado oscuro ya como para que se nublara más. Tiré un poco de las esposas, cabándomelas, sitiendo al menos algo. Llevaba bastante tiempo sin moverme, tenía los brazos y las piernas dormidas y los ojos secos. Intenté cambiar de postura, apoyando en centro de mi espalda en esa tubería, alzando los brazos y girando sobre mí, para que mi rostro y mi costado quedaran fijos a ella.
Otras cuantas horas me pasaron allí y el insomnio aún me afectaba. Ya quedaría muy poco para el amanecer, si no había salido el sol todavía. Con eso de que no hay ventanas no tengo la menor idea de donde está el sol o la luna ahora mismo. Hablaba conmigo misma, aunque en realidad se podría considerar un monólogo.
Había veces que pensaba en rendirme, otras creía que algo me iba a salvar, otras que mi secuestrador tendría piedad, aunque eso último no quedó mucho tiempo en mi mente. Puede que todo esto fuera culpa mía, por no querer estar siempre bajo su supervisión, he acabado bajo su habitación. 
Voy a sobrevivir mientras viva.

Mis labios resquebrajados y secos necesitaban agua, mi cuerpo comida y mis ojos, sueño. Pero ni mi subsconciente ni mi "dueño" querían que esto fuera una estancia confortable. Hace rato que ya había movimiento arriba, pero nada influía a aquí abajo. Pensé en gritar, pero sabía de sobra que nadie me oiría. Debatí la de cosas que se podría haber inventado y mis pocas posibilidades de escapar. Entonces, una luz entró en la oscura habitación, cegándome totalmente.
Escuché a alguien bajar lentamente, ninguna sorpresa me llevé cuando al encenderse las lámparas del techo, vi a el señor Kwon Ji Yong. 

- Buenos días, ¿cómo has dormido? - se me acercó con un plato en una mano y en la otra un vaso.



No respondí. Lo miraba desde el suelo indefensa e inmóvil, él me miraba con aires de superioridad, de pie, para arrodillarse ante mí lentamente. Puso el plato y el vaso en el suelo, mientras se sentó en frente mía. Cogió los cubiertos y empezó a cortar un filete acompañado de patatas fritas. Me miró y pinchó un trozo, llevándomelo a la boca. Con duda seguí sus mudas órdenes y dejé que me alimentara, sin dejar de mirarle a los ojos.
Quería que viera lo que me estaba haciendo, que se ahogara en mis ojeras y viera el resto de lágrimas en mis ojos, quería que... Se compadeciera. Cada vez empecé a comer más rápido, engullendo. Supongo que ya harían 24 horas que no comía ni bebía nada. Solo se escuchaba el roce del metal con la vajilla, aunque a veces alguna que otra tos por mi parte.
Me fulminé el plato de comida y él lo soltó, girándose a por el vaso. Puso la mano bajo mi barbilla, intentando que no me manchara mientras bebía. Tenía mucha sed y, queriendo que nada se escapara, acabé mojándome a mí y a su mano. Él se levantó y se llevó las cosas, subiendo esas escaleras y cerrando la puerta. 

Otras nosecuantas horas aquí metida, sin ningún entretenimiento aunque ahora al menos tenía algo de luz. Suspiré pero el mismo sonido me interrumpió.
Esa silueta que antes me dio de comer bajó con una botella de agua bastante grande. Se puso de rodillas delante mía y repitió la acción de dejarme beber.
Ya estaba más tranquila, así que intenté no volver a mojar nada, bebiendo lo más lentamente que podía.

- ¿Quieres más? - preguntó.

Yo negué con la cabeza y me volví a tirar en el suelo, mirando sus rodillas. Se levantó del suelo y andó al lado de mi cabeza, pero no le seguí con la mirada. De repente, sentí una mano caliente empujar mi cabeza suavemente, levantándola. G-Dragon se había sentado en el suelo, dejando mi cabeza apoyada sobre una de sus piernas.

- Al fin, una vez que puedo estar contigo y no te escapes... - sonrió pero no lo dijo con bastante entusiasmo - Todo podría ser más fácil, no me gusta tenerte aquí - confesó, yo seguí sin decir nada.

Suspiró y acarició mi pelo, mirándome embobado, pero yo volví la cabeza y empecé a mirar a la nada. Rozó mi brazo y vio que estaba frío, así que me agarró de él y me incorporó, abrazando casi todo mi cuerpo.

- P... - se me escapó, no quería hablar.
- Dilo - pero yo me negué con mi cabeza - Por favor, te prometo que no te voy a... 
- ¿Por qué eres así? - pregunté casi sin voz.
- Eso debería de preguntarte yo a tí - intentó mirarme pero yo me escondí entre sus brazos.
- No... - empecé a llorar, intentando reprimir mis sollozos.
- Me gusta esta situación - me abrazó más fuerte - No me pasa esto todos los días - confesó.
- Te aseguro que has hecho llorar a más de una tía - le intenté convencer.
- No es por eso... Es que nunca había tenido un sentimiento tan intenso con nadie. Te necesito cerca, no sabes cuanto - me mintió, seguro.
- No creo que sea eso... - dije con un poco de miedo, llevarle la contraria no sería bueno.
- Al principio quería alejarte de mí, pero perdí el control, te convertiste en mi droga, y ahora no puedo dejar que nadie que no sea yo te tenga, ¿lo entiendes? - se estaba empezando a alterar.
- No, no lo entiendo. Casi me matas, me llevas torturando mucho tiempo, ¿es que eres tú el que no me entiende? - mi llanto quería ser más fuerte, pero lo aguanté.
- Lo entiendas o no, nada va a cambiar esto. Si tengo que tenerte aquí encerrada para estar contigo, lo haré, el tiempo que haga falta - siguió abrazándome, pero enfadado.
- Haz lo que quieras, eres lo único que me mantiene con vida - me resigné y lo admití.
- Al fin lo has comprendido, acabarás dándome las gracias - bajé la cabeza, dejándole pensar y hacer lo que él quisiera, estaba empezando a ser una marioneta.

Nos quedamos un rato allí, el calor me venía muy bien aunque entre las lágrimas y el agua  que se derramaron en la camiseta de G-Dragon, él cogería frío. 
De repente se levantó, y fue a un pequeño armario que había allí. Se dio la vuelta y vi que tenía un gran trozo de tela entre las manos, lo que supuse que era una manta. Se volvió a arrodillas y me enredó en ella, posando las yemas de sus dedos de la mano izquierda en mi mejilla, mirándome fijamente a los ojos.

- En un rato vengo - dijo y me dio un beso superficial en los labios.

No puede ser, volvería a caer.

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