- Tipo: B.A.P,serial, menores 18, idol (misterio) x fan, hetero
INTRODUCCIÓN: IMPROBABLE, QUE NO IMPOSIBLE
— ¡VIOLAR A TODOS LOS COREANOS!
Su
madre le dio una hostia que a poco más y se come el suelo del aeropuerto.
— ¡Compórtate!
Yoori se
detuvo unos pasos y empezó a sobarse la nuca, dolorida por la colleja que le
había propinado su madre. La miró desde atrás, la vio caminar con esos andares
orgullosos que siempre ponía cuando sus hormonas le jugaban una mala pasada y
decía cosas inapropiadas, y entonces se dio cuenta de que la iba a echar mucho
de menos.
Se iba a
Seoul. Por fin. Después de cinco años.
……….
— No hagas
tonterías.
— No, mamá.
— Y
contáctame si pasa cualquier cosa.
— Sabes que
sí, mamá.
— Ni se te
ocurra comer pescado crudo, no me fío de lo que tenga eso.
— De
acuerdo, mamá.
— Y nada de
perseguir coreanos.
— No prometo
nada.
Soltó sus
maletas y le dio un último abrazo a su madre. Era una mujer fuerte pero aún así
podía ver en sus ojos que estaba deseando romper a llorar. Nunca había sido
alguien que sobrellevase muy bien el ver cómo sus hijas iban volando del nido,
y eso que ella era la 3º hija que se le iba de casa. Y lo peor es que lo suyo
ni siquiera era para siempre. “Sólo me
voy dos meses, no hagas como si me fuese a la guerra”, le susurró antes de
separarse de ella. Una voz automatizada resonó por todo el aeropuerto; último
aviso para los pasajeros con destino a Seoul. Yoori sonrió.
— Pórtate
bien. Y a ver si por fin me traes un novio a casa.
Su madre se
quedó allí, en medio del aeropuerto, pegada a la gran cristalera que dejaba ver
perfectamente las pistas de embarque. Cuando vio aquel avión despegar no pudo
evitar soltar una que otra lágrima, aunque realmente no sabía si era de pena o
de felicidad. “Es su sueño, ¿no?”
Sonrió.
……….
El
segundo día en la ciudad amaneció soleado y perfecto para ir a curiosear un
poco por las calles de Seoul. Yoori no se separaba de su agenda excepto para
meterse en la ducha. Tenía apuntadas todas y cada una de las cosas que le
gustaría hacer, a dónde quería ir, los templos que quería visitar. Todo
perfectamente ordenado y distribuido por horas, días, con anotaciones incluso;
nadie podría pensar que llevaba preparando esa pequeña guía de viaje durante
más de seis meses y, aunque fuese lo último que hiciese con vida, pensaba cumplirla.
Había
alquilado un pequeño apartamento en la ciudad, suficiente para poder sobrevivir
cómodamente durante sus dos meses de estancia. Caminó con pasos aún adormecidos
desde la habitación al salón, desperezándose cuaderno en mano, y mientras se
dirigía al baño para una refrescante ducha matutina, lanzó el cuaderno encima
de la pequeña mesa colocada en el centro de la sala. Siguió caminando como si
nada hasta que escuchó un ruido, se giró y pudo ver que por la fuerza del
lanzamiento, la agenda se había abierto y un sobre había caído encima de la
mesa. Se quedó mirándolo como si no pasase nada, pero inmediatamente se cubrió
la boca con una de sus manos y empezó a dar saltitos de alegría por todo el
pasillo, berreando de forma ahogada hasta llegar al baño.
“Ni siquiera sé para qué me presento”,
pensaba, mientras el agua caía por su piel, sonriendo. “Seguro que se presentarán miles de chinorris aleatorias con mucha más
suerte que yo. Y con lo que odio perder, estas cosas no me convienen. ¿Pero
acaso pierdo algo por intentarlo? Estoy aquí, y ellos han lanzado un concurso.
Ellos. ¡Ellos! SI pudiese rematar mi
viaje pudiendo conocerlos en persona, creo que podría morir feliz. Al fin y al
cabo no todos los días se puede participar en un reality con MBLAQ.”
Vivía y
moriría por ellos. Igual era cierto que con sus diecinueve años ya no tenía
edad para comportarse como una adolescente enamorada pero aquel grupo de cinco
idiotas era la excepción. No podía evitar quererlos, era algo superior a ella.
Nada más
salir de la ducha y enroscarse en una toalla, salió al salón y cogió el sobre
blanco que contenía su formulario de inscripción dentro.
— No pierdo
nada por intentarlo, ¿verdad?
……….
Aquel sitio
era un mundo de callejuelas. Había salido a la calle al mediodía y aún a la
hora de comer no había conseguido dar con el centro comercial. Terminó
preguntando a una vendedora ambulante que arrastraba un carrito de fideos y le
señaló con el brazo justo a la derecha de donde estaban. Yoori no entendió cómo
se le pudo pasar ese edificio por alto. Un gran cartel de Sexy, Free &
Single adornaba toda la fachada, en tamaño súper-extra-ultra grande. Se quedó
mirándolo varios segundos como si hubiese visto a Dios y, tras susurrar un “Joder, me encanta este sitio” con
vocecilla de enamorada, dio las gracias a la señora y se adentró en el lugar.
Estaba todo
lleno de chicas que no paraban de correr de un lado a otro y eso era buena
señal. Pero tras subir y bajar unas tres o cuatro veces entre el tercer y el
primer piso decidió que lo mejor sería preguntar a alguien a donde debía ir.
— Di…
Disculpa — hablar en coreano se le hacía extraño. Le daba la impresión de que
su acento extranjero se notaba a kilómetros y que eso sería motivo suficiente
para burlarse de ella. Pero, al contrario de lo esperado, la chica a la que
habló le respondió con un desinteresado “¿Qué ocurre?”, lo cual la alivió
bastante — ¿Sabes dónde están las bases del concurso? — Yoori alzó el sobre que
llevaba en la mano y la chica sonrió.
— Es aquel
stand de allí — se giró y señaló hacia un grupo de hombres que desmontaban un
stand al fondo del pasillo, mientras otro cogía una gran caja repleta de sobres
y salía del edificio — pero, vaya, creo que tienes que darte prisa si quieres
cogerlo.
Yoori se
echó las manos a la cabeza en medio de un grito ahogado y un “¡MIERDA!” bien
español. Los nervios le jugaron una mala pasada y confundió un ‘gracias’ con un
‘por favor’, pero antes de que tuviese tiempo para pensar en corregirse ya se
vio corriendo detrás que aquel hombre que cargaba la posibilidad de alcanzar sus sueños.
Probablemente pensó que estaba loca cuando la vio acercarse a toda prisa al
camión donde pasó la caja a uno de sus compañeros, que la metió dentro.
— ¿Ocurre
algo? — el hombre alzó una ceja.
— Por… Por
favor — Yoori alzó el sobre con la mano temblorosa y la respiración agitada.
Había bajado tres pisos de escaleras con la velocidad en que había subido
cuatro momentos atrás — Acepte mi petición para el concurso. Me he perdido, y…
El hombre
intercambió una mirada con su compañero, que se encogió de hombros desde lo
alto del camión. Echó un vistazo rápido a la chica, que se mantenía inclinada
ante él, y le arrebató el sobre de las manos.
— Deberías
ser más puntual — le recriminó el hombre agitando el sobre en el aire. Yoori
empezó a reverenciarse delante de él diciendo tantas veces ‘gracias’ que el
hangul se le atragantaba en la lengua y no decía más que sílabas sin sentido —
De acuerdo, de acuerdo. Nos quedaremos con esto.
—
¡Muchísimas gracias! — Con un suspiro y una última reverencia se quedó allí,
viendo como el hombre se subía en el asiento del conductor del camión y éste se
perdía a lo largo de la carretera. No se movió de allí hasta que vio como un
aspirante a su lista de futuros maridos pasaba por su lado, y decidió que seguirlo
sería un buen pasatiempo.
……….
— Oye, hyung
— El transportista que viajaba en la parte trasera del camión vigilando la
mercancía no paraba de mirar el sobre de aquella extraña chica, por delante,
por detrás, le daba vueltas, intentaba verlo a contraluz…
— ¿Qué?
— La chica
no nos ha dicho de qué concurso es este sobre — el chico miró por el retrovisor
al conductor y ambos compartieron una mirada de apuro, dándose cuenta de que no
habían preguntado algo tan simple.
— ¿Qué más
da? — pero el conductor no parecía realmente preocupado por el tema — Mételo en
la primera caja que tengas a mano, no creo que le importe.
El
transportista miró el sobre por última vez, abrió una caja que estaba a sus
pies y echó el sobre dentro, mezclándolo con todos los demás. Y allí se perdió.
………
Yoori ya no
tenía uñas que morder. Finalmente y tras tres días de espera se había sentado
delante de su portátil como si el mundo se fuese a acabar, actualizando la
página donde subirían los resultados del concurso en cualquier momento. Ella
sabía que las posibilidades eran nulas, que había muchas participantes y…
Bueno, aún a pesar de que sabía que era prácticamente imposible, conservaba ese
pedacito de esperanza, esa ilusión que permanecía siempre en su interior. Esa
última pizca de suerte que necesitaba para que su nombre apareciese en aquella
página web. Como en los dramas que tanto le gustaba ver y las historias que
tanto le gustaba escribir. “Las cosas pueden ser improbables pero no
imposibles”, se repetía a sí misma mientras intentaba no llorar. Twitter
parecía al borde del colapso con tantas chicas al borde de la desesperación.
— D… Dios
mío, acaban de salir.
El corazón
le dio un vuelco. Las manos empezaron a sudarle y todo el cuerpo le temblaba.
Era la primera vez que realmente estaba deseando ganar. Se mareaba por
momentos. No quería afrontar la probable realidad que le esperaba tras hacer
click en aquel link. O quizá sólo mantenía el ratón sobre el link para aumentar
la tensión del momento antes de ganar. “Veo muchos dramas”, se dijo a si misma.
Clickeó.
— … — en
aquel momento, el mundo se le vino encima — Nada. No he ganado.
¿Y ya
estaba? ¿Tanta emoción para nada? Se quedó varios segundos mirando a la
pantalla, resignada a creer que su última esperanza se había hecho añicos con
aquel click. Tenía ganas de llorar, pero las lágrimas no le salían. Era como si
la desilusión hubiese deshidratado su cuerpo repentinamente. “No me lo puedo
creer.”
…
Pero quizá
en aquella ocasión estuviese a punto de tener más suerte de la que realmente
podía imaginarse.
“¡You got a mail!”
Al primer
instante ignoró totalmente la voz de su correo. Se había tirado en el suelo,
boca abajo, como una cucaracha muerta, inerte, con la diferencia de que ella sí
había escuchado el aviso, tan sólo lo ignoraba. Fue cuando pensó que podría ser
un correo de su madre que se sintió en la obligación de levantarse y seguir adelante.
No dejaría que su mala suerte ensombreciese su viaje a Seoul, su viaje soñado.
Un click aquí y uno allá y los ojos se le quedaron como platos al ver el asunto
del correo.
— ¿Qué coj…?
“¡Felicidades! ¡Has sido la ganadora de
nuestro concurso!”
No estaba
realmente segura de si alguien la estaba vacilando o si con el shock de haber
perdido se había desmayado y eso era todo fruto de su imaginación desmesurada.
Con una mueca permanente de inquietud y confusión, el ceño fruncido y los
labios entreabiertos y con un gesto desagradable abrió el mail, procediendo a
leer su contenido en alto aún si saber exactamente si eso era un sueño o la
realidad.
“Srta. Yoo Ri; le agradecemos el haberse
presentado a nuestro concurso.
Nos complace
informarle de que ha sido una de las tres afortunadas elegidas al azar entre
miles de cartas para la participación en el nuevo MV del grupo. ¡Felicidades!
Por favor, envíenos su
dirección lo antes posible como respuesta a este e-mail para confirmar su
participación.
¡Muchas gracias por
confiar en B.A.P.!”
— ¿…B.A.P.? —
se repitió a sí misma tras unos segundos en silencio, frunciendo aún más el
ceño. Desviaba la mirada hacia un lado y hacia otro como quien se olvida de
algo pero no sabe exactamente de qué — ¿Quién es B.A.P.?
No
comprendía por qué sabían sus datos, ni a qué se referían con que había sido la
ganadora de su concurso. No entendía nada. No sabía qué era eso de “B.A.P.” Y
sin embargo, sintió la necesidad de responder al mail tal y como le pedían.
Quizá fue la adrenalina la que movió sus dedos. La emoción de haber ganado
algo, por una vez en su vida. O quizá sólo quería un pasatiempo mientras duraba
su estancia en Seoul.
Destino
improbable, que no imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario