lunes, 25 de marzo de 2013

EYES ON FIRE


- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, serial, hetero, +18, idol x fan, fantasía/terror



CAPÍTULO 2


- ¡He vuelto! - grité cerrando la puerta pero me encontré todas las luces apagadas.

Me pareció bastante raro que no estuviera así que acabé de entrar, dejando las cosas y buscando el teléfono, encontrando una nota en la nevera.

"Esta noche estaré con mi familia, supongo que me quedaré a dormir allí. Buenas noches, Tamara."

No sé si tomarme esto como algo bueno o malo. Suspiré, era el momento perfecto, creo. Cogí ese tablón al igual que un vaso de la encimera de la cocina, dejándolos en la mesa del salón. Antes de sentarme, se me ocurrió buscar mi cámara, preparando el modo vídeo y situándola encima de la televisión, teniendo una periférica perfecta de toda la habitación.

- Está bien... - me senté - No he hecho esto nunca, supongo que hay una primera vez para todo - hablé sola.

Posé el vaso boca abajo en el centro del tablero, poniendo un dedo sobre él y pensando qué decir.

- ¿Me oyes? - 

Pasaron unos largos segundos, ninguna contestación.

- Vale, no sé qué eres, si me oyes o no, pero solo quiero saber una cosa - hice una pausa y respiré hondo - ¿Vas a hacerme daño? 

Cerré los ojos y me quedé totalmente quieta, allí sentada, esperando. Yo, tan impaciente como siempre, me levanté enfadada. Ahora que quería que "apareciera" me ignoraba, perfecto. Galopé hasta mi habitación, encendí la luz y me quedé allí parada, esa sensación...

La puerta se cerró de golpe, haciéndome saltar, la luz volvió a irse y esa leve risa chocó contra mi hombro. Me estremecí aunque esto no fuera nada nuevo. Sentí como si mis pies se enredaran y una fuerza actuara sobre mí, haciéndome caer al suelo y arrastrándome bruscamente. Grité, pero obviamente nadie iba a escucharme, pataleé y clavé mis uñas en el suelo, pero "eso" era mucho más fuerte que yo.

Abrí los ojos, un fuerte dolor de cabeza me despertó. Parpadeé y le llevé la mano a la sién, para encontrar restos de sangre seca en esta. Estaba al lado de la cama, tirada boca abajo, así que me incorporé como pude ignorando ese dolor al cual seguía un mareo. Apoyándome en las paredes conseguí llegar al baño, viendo gracias al espejo un hilo - por no decir pequeño río - de sangre seca recorrer un lado de mi rostro, desde la sien hasta la mitad de la mejilla, salpicando mi oreja. Aparté el pelo y mojé la esquina de una toalla, restregándola por el camino que trazaba esa sustancia y revelando un raspón formando una postilla. Intenté desinfectarla, usando betadine y algo de agua oxigenada, esperando que no me quedara mucha marca, aunque siempre tengo el comodín del flequillo. 

De repente un recuerdo paralizó mi mente, la cámara. Corrí literalmente hasta el salón, encontrando el tablero aún encima de la mesa. Me acerqué para guardarlo pero los trozos de cristal que había por toda la mesa y parte de el suelo me lo impidieron. Tomé un paño de la cocina y empecé a retirar esos trocitos afilados, pudiendo contemplar unas extrañas marcas en esa "ouija". Era como si el borde del vaso estuviera ardiendo y hubiera quemado ese trozo de madera, marcando varias letras.

- Puede - leí.

Esa pregunta resonó en mis tímpanos, igual que la respuesta aceleró mi corazón, haciendo que mis ojos quedaran como platos. Temblando, me acerqué al televisor, y con la cámara ya entre mis manos, me senté en el sofá. Busqué en la "galería" el último vídeo, temiendo darle a play.

Comenzó la reproducción, refescándome la memoria, viéndome a mí hablar prácticamente sola. Observé como me levanté y que al justo momento en el que di la espalda para adentrarme al pasillo, el vaso empezó a moverse lentamente y, justo cuando se escuchó el portazo de fondo, el vaso reventó. Me escuché gritar, escuché el chirrido de mis uñas contra el mármol y de repente el vídeo se cortó, dejándome ver solo interferencias. Apagué la cámara, acabé de recoger dejando las cosas en el fondo de mi armario y me tiré en la cama, contemplando el techo, y así... Varias horas, las suficientes hasta que Tamara llegara.

- ¡Ya estoy aquí! - escuché su dulce voz.

Me incorporé e intenté mantener la compostura, sonriendo como siempre. La recibí y le pregunté qué tal el día, aunque entre el golpe y tantas cosas rondando en mi cabeza me costó seguir la conversación.

- Y bueno... Espera, ¿¡qué te ha pasado!? - se asustó al ver esa "pequeña" postilla en mi frente.

- Me tropecé y me raspé, no te preocupes, soy médico - bromeé.

- ¿Seguro? ¿No quieres ir al hospital? - se preocupó.

- No, de verdad, ya me lo he desinfectado, estoy bien - la intenté tranquilizar.

- Si te encuentras mal dímelo - posó su mano en mi hombro.

- De acuerdo - sonreí con ternura, aunque esa cosa no me quisiera, puede que ella me hubiera cogido algo de cariño. 

- ¿Has comido? - preguntó dirigiéndose a su habitación.

- Sí - mentí.

- Es que como no vi nada por medio... - rió.

- Es que... Se me cayó un vaso y tuve que limpiar - me excusé.

- Estás muy torpe últimamente - me riñó divertida.

- No sabes cuánto - suspiré.

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