jueves, 2 de agosto de 2012

I'M YOUR MAN

- Autora: Alba

- Tipo: Serial, hetero, +18, idol x fan, 2PM


CAPÍTULO 2: NO ME LO PUEDO CREER


Leah se despertó, eran las dos de la tarde, así que comió, y se vistió para ir al gimnasio, pero de mujeres, dado que odiaba el contacto masculino sino era el de su novio, el resto hacía que le diera ansiedad, después de lo que le pasó a los 19, no quería saber mucho de los hombres.
No obstante, cuando llegó al gimnasio se encontró una nota en la puerta:

Debido a problemas de cañerías, nos vemos obligados a cerrar temporalmente. Estén atentas para un nuevo aviso, y mientras el problema perdure tienen a su disposición el gimnasio "Air gym" dos calles más abajo y afiliado al nuestro, por lo que podrán entrar sin  problemas. Disculpen las molestias.

"Mierda" pensó, tenía que ir al gimnasio sí o sí, por desgracia, el sitio donde trabajaba exigía una buena forma física, eran tan superficiales que sino podría perder su empleo, por lo que no le quedó otro remedio que ir.
Solo entrar ya le molestó el exhibicionismo de algunos hombres, y por desgracia en ese momento habían pocas mujeres. Después de correr un rato quiso ir a hacer unas pesas, pero con poco peso, dado que tampoco quería coger musculatura en los brazos, así que intentó quitar algunas piezas de bastantes kg que habían en la única pesa libre, pero no podía, por lo que un chico la intentó ayudar y sin querer al pasar la rozó un poco, cosa que provocó una reacción de rechazo en Leah, quien se apartó cabizbaja de él hasta que el chico decidió marcharse asombrado por la extraña reacción.
Como no podía quitar los pesos y no se veía con corazón de buscar ayuda decidió hacer las pesas tal cual estaban, y tonta de ella, porque como ya había comprobado anteriormente era demasiado peso para ella, así que en cuanto consiguió cogerlas, un par de levantamientos hicieron que no le quedaran fuerzas ni para dejar la pesa en su sitio, pero por suerte alguien la ayudó y la dejó en su sitio.

- Gracias – dijo Leah a un chico con unos ojos preciosos, expresivos y llenos de alegría, con una sonrisa que brillaba por sí sola, inspiraba bastante confianza, “es como un osito gigante de peluche” pensó ella al verlo.

Él le dijo que de nada, le ayudó a quitar los pesos y siguió con su entrenamiento, y cuando Leah acabó todo se fue a duchar.



Llegó a su casa, comió, hizo las tareas y se preparó para ir a trabajar, sin embargo salió una hora antes porque tenía que devolverle la cartera a ese tal Jang Wooyoung.
Volvió a mirar la dirección en su DNI y se dirigió hacia allí. Era una casa bastante protegida, elegante, y estaba cerrada, por lo que no podía ir a la puerta principal a tocar el timbre, así que llamó por el portero automático una, dos, tres y hasta seis veces, pero nadie contestaba. “Vaya, no hay nadie, entonces dejaré la cartera en la discoteca y si viene a buscarla ya se la darán”. Siguió su camino hacia el trabajo, al lado había una cafetería así que se pararía a tomar al lado hasta que llegara la hora de entrar, pero de todos modos cambió de camino para que fuera un poco más largo y así tardar más, sin embargo, lo que no se esperaba al cambiar la ruta era la sorpresa que se iba a llevar.
Mientras caminaba, vio un edificio que ponía “JYP”, y en su fachada unos carteles de varios artistas, su asombro fue ver al chico que había perdido la cartera en uno de esos carteles, al igual que el chico que le había ayudado en el gimnasio y… el arrogante del otro día, el tal Taecyeon… Eran 2PM, y ella no se había enterado, pero de todos modos no entendía mucho sobre ese mundo.

Decidió entrar y darle la cartera a Wooyoung, pero al llegar a recepción en ese momento no había nadie por desgracia, no sabía qué hacer pero pensó que no pasaría nada si iba más allá de la recepción y encontraba a alguien para dárselo.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó un hombre por detrás de Leah.

Cuando ella se giró vio a un hombre, un ahjussi, y le explicó todo lo que había pasado para finalmente entregarle la cartera de Wooyoug, y después de comprobar que estaba todo le dio las gracias a Leah y le dijo que se podía marchar, por lo que ella lo hizo, le daba bastante igual todo ese mundo, los encontraba un atajo de superficiales, y bueno, aunque en el fondo estaba algo emocionada por hacer “conocido” a 2PM, sabía que iba a ser un caso aislado, y que ese cambio de rutina había acabado en ese momento.


Llegó al trabajo y como siempre hizo un repaso de limpieza y puso las cosas en su sitio, pero esta vez preparó algo más, esta vez preparó el karaoke dado que esa noche tocaba. Shinichi allí al poco raro y la ayudó, pero cuando acabaron él la interrumpió varias veces saliendo a hablar por el móvil, cosa que hizo que Leah se enfadara bastante, por lo que no pensaba dirigirle la palabra en toda la noche.

Al cabo de un rato un hombre llegó buscando a un encargado, pero ninguno se encontraba allí así que Leah acudió en su ayuda.

- ¿Qué desea? – preguntó ella.

- Esta noche van a venir una serie de personas importantes y quiero que les reserven un sofá con mesa que esté a cierta a distancia de la pista. No puedo revelar la identidad para evitar aglomeraciones, pero hablé con el jefe y me dijo que no había problema, esto es un recordatorio. Por cierto, me dijo que podía solicitar un camarero personal, me gustaría que fuera usted. Espero que todo vaya bien. – dijo aquel hombre, y justo después se marchó.

*4 HORAS DESPUÉS*

Leah estaba en el sofá reservado esperando a la gente importante que tenía que venir, estaba ya un poco harta de esperar, pero de todos modos el dinero extra no le venía nada mal, quería buscarse un piso mejor en una zona menos problemática, así que cualquier oportunidad era buena.

- Perdona, ¿ésta es nuestra parte reservada? – preguntó un hombre a Leah a su espalda.

- S-sí, adelante, yo seré  su camarera esta noche – respondió ella, y nada le dio buena espina, eran cinco hombres… repugnantes, así de claro, eran jóvenes, fuertes y con una  cara de pervertidos… “Menos mal que voy tapada” pensó ella.

Estuvieron toda la noche bebiendo, Leah no paraba quieta, tanto que ni se dio cuenta de que entraron 2PM junto a más gente. Para colmo estaban borrachos, cosa que se sumaba a lo pervertidos que eran… y pasaba lo que pasaba…

Mientras, la gente salía a cantar al karaoke, y cuando pasaron un par de canciones, uno de los hombres de los que Leah era la camarera, dándole una palmada en el culo le dijo que saliera a cantar para ellos, y aunque ella se negara dos o tres veces, él siguió insistiendo y no tuvo más remedio que hacerlo.

Subió al escenario y eligió una canción, era “Bring me to life” de Evanescence, no era muy animada la canción pero sí que se sentía bastante identificada. Y cantó. A sorpresa de todos, que se esperaban que tuviera una voz normal, Leah cantó con una voz increíble, afinando cada nota y respirando cuando tenía que respirar. Todo el local se quedó unos instantes callado, dando paso a aplausos, cosa que hizo incomodar a Leah, que se bajó inmediatamente.

- Has cantado muy bien guapa, anda y siéntate con nosotros y nos cantas al oído – dijo uno de ellos dándole una palmada a Leah en el culo.

- No sé quién te piensas que soy ni que tipo de local es este, pero yo no soy tu puta ni tú vas a volver a tocarme, ni tú ni otro de tus amigos, cerdos repugnantes – dijo ella mientras le abofeteaba la cara a aquel hombre.

- ¿¡Qué has hecho!? – respondió ese hombre mientras se levantaba y alzaba la mano para devolverle la bofetada, pero alguien le paró.

- A una mujer no se le levanta la mano, lárgate de aquí si no quieres que la bofetada te la dé yo, y te aseguro que va a ser con el puño cerrado – dijo el chico que había salvado a Leah, todos aquellos salieron por patas, eran unos cobardes en realidad.

Aquel chico le resultaba familiar… y en cuanto se dio cuenta el corazón se le paró de golpe. El chico que la había salvado de ser pegada, era el mismo que el día antes se había comportado como un arrogante. No sabía cómo reaccionar, así que se limitó a darle las gracias, hacer la reverencia y marcharse exhalando. Estaba muy nerviosa, le costaba respirar, no aguantaba más ese antro, ese mundo no iba con ella.

Fue a buscar a Shinichi para pedirle si podía llevarla a casa, que necesitaba irse en cuanto antes, pero él no quiso, estaba sirviendo bebidas a un grupo de chicas bastante… cariñosas, y le dijo que no, que se esperara hasta que fuera la hora de acabar.
Pero ella no podía esperar, necesitaba irse cuanto antes, así que cogió sus cosas y se marchó, ya estaba harta de aguantar cada noche a toda esa chusma.
En cuanto salió de la zona de discotecas todo se empezó a poner más turbio, las calles cada vez estaban más vacías y había cada vez gente más rara. “Sor tonta” pensó, con los nervios y las prisas no se le había ocurrido llamar a un taxi, y ahora estaba allí, con esos ojos extraños mirándola, sabiendo que estaba asustada. Sacó el móvil para llamar a un taxi, pero no le dio tiempo, porque un grupo de cuatro chicos con malas pintas la rodearon y la empezaron a mirar con ojos lascivos, preguntándole que hacía tan sola y si quería pasar un buen rato, diciéndole que no tuviera miedo al ver la cara de horros que tenía. Cada vez se le acercaron más, y al primer roce Leah sacó fuerzas de donde no las había y de un empujón apartó al chico de delante y salió corriendo, todos los malos recuerdos le venían a la mente, ella ya temía lo que le iba a pasar si no conseguía evitar a esos cuatro que empezaron a perseguirla diciéndole obscenidades, hasta que tropezó con un cubo de basura tirado en el suelo y cayó. Ya no le daba tiempo de nada, sólo de girarse y mirar como se acercaban mientras chillaba pidiendo ayuda, pero obviamente, en ese barrio nadie iba a meterse en los asuntos de nadie.








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